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Yoochun en la imagen de arriba.

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Corro por las calles de la aldea aunque mis patas comienzan a sentirse pesadas, los calambres que me dan son horribles pero los aguanto, necesito detener a esos dos desgraciados, no solo por la protección de mis dos amigas o de la aldea, la razón principal es JungKook. Tiene fé en mí, en que lo conseguiré.

El fuerte olor a pimienta está cada vez más presente, voy por buen camino, lo confirman los dos coches policiales que pasan a mi lado y que se dirigen en la misma dirección que yo.

Una parte de mí, la humana, se preocupa y tiene miedo, esos dos han violado, abusado y asesinado a cinco betas y omegas y han asesinado, además, a quince oficiales, no me creo tan fuerte ni especial como para ser la excepción; sin embargo la otra parte, la animal, está dispuesta a acabar con esas dos personas, no tiene miedo y desea poder usar toda su fuerza y bañarse en la sangre de esos dos desgraciados.

Mi respiración es agitada y soy capaz de escuchar el latido acelerado de mi corazón, el temor y la adrenalina corren por mis venas y me impiden detenerme y descansar.

  —Alia, ¿me escuchas? —  escucho la voz de JungKook en mi oreja.

— Sí.— mi voz no sale como espero, no está ahogada por el cansancio o el esfuerzo, es fuerte, dominante.

—Tienes permiso para matar a esos dos cabrones.—  hay un pequeño espacio de tiempo en el que él se queda callado.—Tengo entendido que hace unos minutos han pasado dos patrullas junto a ti.

—Sí, las he visto.

—Iban diez policías en total, solo quedan dos y están escondidos, han sido malheridos y no pueden hacer más que morir si vuelven a atacarles.—  mi respiración se corta de repente, de diez policías quedan dos y es muy probable que mueran.—Confío en ti, Alia. Tu puedes.

La voz de JungKook no vuelve a sonar en los diez minutos que tardo en llegar corriendo hasta el lugar en el que se encuentran los dos hombres, ambos tienen sus formas humanas pero sus colmillos y garras asoman de sus bocas y manos, están completamente cubiertos de sangre y sus ropas están desgarradas en algunos sitios.

Respiro con tranquilidad, ralentizo mi pulso hasta estar como si no hubiese corrido hasta llegar a aquel lugar, no pueden olerme, no saben que estoy aquí y eso me da una pequeña ventaja, pero no sirve de mucho, ambos están mirando hacia los lados y sus espaldas son cubiertas por una pared de ladrillo que les mantiene protegidos de posibles ataques por la espalda.

Lo único que me mantiene cubierta a mí es la esquina que me esconde mientras intento pensar en qué hacer, comienzo a ponerme nerviosa, no hay ningún plan que pueda servirme.

"Déjame el control."

Escucho decir a mi lobo y, por un momento me lo planteo, pero la última vez que eso pasó acabó moviendo los árboles y aunque eso ahora mismo me vendría bien no hay ningún árbol cercano, tan solo algunos cubos de basura y casas con césped.

Miro nuevamente a los dos hombres, que parecen estar hablando de algo, cierro los ojos y concentro toda mi atención en mis orejas, puedo escucharles, están tramando algo, quieren llegar a la casa de los alfas y acabar con todos ellos, también hablan sobre una droga que les ha dado mucha más fuerza y agilidad, ambos se ríen y presumen de ser inmortales.

El aroma de los dioses. JungKook (En Edición).Where stories live. Discover now