Cambio

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—Estamos en casa.

A penas terminó de abrir la puerta sintió los brazos de su madre abrazándolo con fuerza, un abrazo al que se unió su padre logrando así robarle un poco el aliento, aunque aquello solo logró sacarle una disimulada risa, porque en verdad los había extrañado.

—Te extrañamos mucho, por fin mi bebé está de regreso.—Su madre siguió repartiendo besos en sus mejillas, logrando finalmente avergonzarlo un poco ante las pocas personas que se encontraban reunidas en la sala.—No sabes que tan solos nos hizo sentir tu ausencia.

—Yo también soy tu bebé, no es como si yo no hubiera estado con ustedes.—Se quejó SungKyu desde el sillón, negando mientras se cruzaba de brazos.

—Tú ya no eres un bebé, ya estás en edad de hacer bebés.

Y eso fue suficiente para que el castaño no tuviera idea alguna de como objetar con su madre aunque claro, los tres hombres que habían vivido con ella por tantos años ya sabían que era imposible ganarle en una discusión.

Prefiriendo huir de la mirada de su madre y la vergüenza que le daba pensar en eso teniendo a su pareja junto a él, se levantó para ir en busca de WooHyun y arrastrarlo a la cocina para que lo ayudara a cocinar.

Mientras en la sala MyungSoo se había quedado platicando con sus padres y con su cuñada, contando acerca de las actividades que había realizado en la universidad durante los últimos años, SungKyu hubiera preferido estar con ellos en lugar de soportar a WooHyun que comenzaba a marearlo al verlo caminar de un lado a otro de manera nerviosa.

—¿Ahora qué hiciste?

—¿Qué?—WooHyun negó un par de veces con la cabeza, finalmente deteniéndose con un semblante pensativo y soltando un pesado suspiro a los pocos segundos.—En el regalo que le di a Myung estaba dentro de la envoltura una invitación a mi boda...¡Mi boda! Yo no tenía idea de que MiJoo la había metido ahí, ni siquiera sabía que ya teníamos invitaciones ¡me acabo de enterar de la fecha! Y MyungSoo se enojó, todo el camino estuvo callado.

—Él siempre ha sido silencioso.

—No, no entiendes, es diferente su silencio a su "silencio"—Comentó aquello haciendo comillas con sus dedos, volviendo a su caminar nervioso.—Estoy seguro que de no haber llegado rápido su aura oscura me habría atacado. 

—Estás exagerando, él no tendría ninguna razón para molestarse. No es como si hubiéramos pasado años diciéndote que si no quieres casarte no tienes porque hacerlo, no, claro que no.—Comentó con sarcasmo el mayor, comenzado a sacar cosas del refrigerador para cocinar y poder ignorar así a su amigo, consciente de que aquella conversación llevaría a lo mismo de siempre: nada.

—Sabes que tengo que hacerlo.

Y ambos quedaron en silencio, limitándose a hablarse para dar instrucciones y verificar que cada uno estuviera haciendo su parte correspondiente para la comida.









—Y entonces SungKyu tuvo que salir en medio de la calle y ponerse a gritar ¡¿Por qué mi trasero es tan sexy?! Y desde entonces se niega a ir a las noches de juego con DongWoo.

Mientras EunJi contaba algunas anécdotas del mayor de los Kim, todos reían, con excepción de SungKyu que ocasionalmente se asomaba desde la cocina para bufar, fingiendo estar más ofendido de lo que realmente se sentía.

Las historias de su cuñada fueron interrumpidas por el sonido de un teléfono sonando, seguidamente de la voz de WooHyun pidiéndole que respondiera. MyungSoo se hubiera negado o hubiese fingido no escuchar, pero para suerte del mayor, el estar con su familia había logrado bajar su enojo.

Tras disculparse y tomar el celular ajeno, se levantó y alejó lo suficiente para que pudieran seguir platicando mientras él respondía.

—¿Bueno?

—¿MyungSoo?

Respirar profundamente y disimular calma era lo único que podía hacer en esos momentos, fingiendo una sonrisa aunque ella no la fuera a ver, susurró un simple si como afirmación.

—¡Me alegra escucharte!

—Igual a mí...WooHyun está en la cocina, en un momento te lo paso.

—¡No!—MyungSoo se detuvo antes de siquiera haber dado el primer paso, extrañado por la negativa de la muchacha al otro lado de la línea. —De hecho lo llamé para pedirle hablar contigo...¿Estarás libre mañana al mediodía?

—Si, estaré libre.

—¡Perfecto! ¿Recuerdas el restaurante donde festejamos mi cumpleaños antes de que te fueras? Podemos vernos ahí, al llegar sólo menciona que serás mi acompañante y te dejarán entrar.

—De acuerdo, nos vemos.

—Muchas gracias MyungSoo, nos veremos mañana.

—Hasta mañana.

Sin esperar algo más colgó, observando el teléfono entre sus manos mientras algunas dudas se aparecían en su mente, imaginando de nuevo varios escenarios sobre lo que querría decirle MiJoo.

—¡La cena está lista! Ven, Myunggie.

Lo llamó WooHyun, aunque en esa ocasión no logró regresarlo a la realidad por completo.











La noche había llegado mucho antes de lo esperado, las horas habían transcurrido rápidas haciendo que en un abrir y cerrar de ojos ya solo quedaran en la casa sus padres y él.

Sus progenitores se habían marchado a su habitación para dormir mientras que él se había dedicado a descolgar los globos y adornos de la pequeña celebración, guardando todo en su cuarto una vez que estuvo dentro.

El silencio que usualmente le agradaba de repente le hacía sentir solitario, porque en todo el tiempo que había estado fuera era consciente que las cosas habían cambiado.

Sus padres ya mostraban más canas de las que podía recordar, y aunque su vitalidad y sus rostros seguían siendo los de jóvenes (algo que le hacía considerar realmente que fueran vampiros) los años ya se reflejaban en los cabellos plateados que se combinaban con el negro.

SungKyu siempre había sido ruidoso al dormir, por lo que aunque tenían habitaciones separadas siempre había escuchado sus ronquidos, algo de lo que siempre se había quejado pero vergonzosamente extrañaba ahora que él estaba formando su propio hogar.

Y después estaba WooHyun, que para su desgracia había madurado físicamente de una forma frustrante para él, terminándolo de acabar con aquel cabello rubio que lo había sorprendido.

Y también estaba él mismo, que había cambiado por dentro, pero mientras se veía al espejo se volvía a sentir aquel adolescente perdido y dependiente de todo el mundo: de la seguridad de sus padres, de los consejos de su hermano, y de él.

Sus ojos se desviaron de su reflejo hacia la invitación que descansaba en su cama detrás de él, haciéndolo soltar un suspiro mientras por un segundo, al menos por un segundo, se permitía sentir aquel pequeño dolor en el pecho que le provocaba ese pedazo de papel, que era cruel al confirmarle que sus sentimientos eran algo que a pesar del tiempo y la distancia no habían cambiado.

Porque a pesar de todo, él seguía perdidamente enamorado de Nam WooHyun.

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