En una tarde en el club

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Un nervioso rubio corría velozmente atravesando los pasillos escolares con una velocidad imprudente. El único pensamiento que surcaba por su mente era aquel que involucraba a cierta morena de gafas de montura redonda mirándolo con la ceja alzada en un mohín reñidor.

Pero él no tenía la culpa de su demora. Tenía que hacer limpieza en el aula y no podía escapar de aquel tedioso deber. Se limpió del sudor de la frente con el dorso de la mano y se detuvo unos metros antes de llegar al salón que los miembros del club utilizaban como "sala de reuniones". Aspiro una enorme bocanada de aire con el fin de serenar su agitada respiración. No quería que Sarada notara el poder que ejercía sobre él. Camino con tranquilidad y se acomodó la corbata. Tomó el pomo con la mano y suspiró.

— Ya llegué, Sarada —Saludó, como quién no quiere la cosa y entró al aula. Bolt frunció el ceño al observar que era el único miembro, además de la presidenta, que había llegado. Sarada despegó la mirada de su laptop, le echó un leve vistazo, y continuó escribiendo en ella ignorando al recién llegado.

Bolt bufó, pensando que de vez en cuando Sarada podía ser un poco más amable con él y se dejó caer sobre una silla delante de ella.

La habitación era pequeña. Lo único que había en ella era una mesa con seis sillas y un pizarrón pequeño que se sostenía en tres patas. En el fondo, una enorme ventana ocupaba la mayor parte de la pared opuesta a la puerta. Bolt miraba a través de ella con la mano apoyada en la mejilla. Ninguno de los dos decía nada. Tampoco es que hubiera mucho que decir.

Bolt no soportaba a Sarada y Sarada no soportaba a Bolt. Esa era la realidad. Sin embargo, debido a que tenían que compartir mucho tiempo juntos, habían dejado sus diferencias de lado en un acuerdo tácito, conviviendo lo más pacíficamente posible.

Todo era más soportable cuando había más gente con ellos. Pero así, solos en la habitación, el ambiente se sentía cada vez más tenso.

— Y... ¿Qué tal tu día? —comenzó Bolt, intentando suavizar el ambiente.

— Lo mismo, como siempre —contestó secamente la joven, sin despegar los ojos de la pantalla.

— Te verías mejor si fueras más amable de vez en cuando. Sonreí no te haría daño —. Bolt la miró aburrido, Sarada lo fulminó con la mirada.

— Y a ti te sentaría bien dejar de decir tantas estupideces —contestó mordaz. Bolt desvió su mirada hacia la ventana fingiendo tranquilidad. Si algo había aprendido durante esos meses conviviendo con la Uchiha, era el hecho de que era mejor fingir indiferencia a cada uno de sus muy hirientes e incómodos comentarios.

— Lo único que digo —se escuchó una voz decir a lo lejos —. Es que deberías ser un poco más optimista al respecto. Tus trabajos son muy populares. Deja de quejarte —. Las palabras de Chouchou resonaban por el pasillo, aumentando el volumen conforme se acercaba.

— Bah, —soltó un chico que Bolt reconoció como Inojin —. Lo cierto es que la calidad disminuye debido a la imprenta y la disminución de tamaño.

La puerta se abrió de repente. Chouchou sonrió animada.

— ¡Hola! —gritó. Corrió hacia Sarada, abalanzándose sobre ella, abrazándole el cuello. Sarada le ordenaba a viva voz que la soltará, intentado que sus gafas no resbalaran al suelo.

­— Buenas tardes —sonrió Inojin, tímido, cerrando la puerta después de entrar. Bolt chocó los puños con él, bastante agradecido de tener más compañía.

— Bien —comenzó a hablar Sarada, después de deshacerse del apabullante abrazo de Chou. En ese momento, Mitsuki y Shikadai entraron en la habitación.

­— Siento la demora —se disculpó Mitsuki. Shikadai estuvo a punto de decir lo mismo pero un sonoro bostezo irrumpio en su boca.

— Como sea —dijo molesta —tomen asiento. Tenemos que ponernos al corriente con todo lo que falta para la publicación del periódico del mes. Estamos a pocos días del día de entrega y aún faltan muchos detalles. Chou —Miró a su amiga, quien desinteresada, observaba los mechones de su cabello. — ¡Chou! —levantó la voz Sarada, Chou la miró rápidamente y le sonrió a modo de disculpa. Sarada comenzó a escribir en su computadora —. Aun faltan las fotos de los lugares de tu artículo, así como elegir la fuente y revisar ortografía. Se supone que ya debías haberlo hecho desde hace varios días y hoy me encuentro con que las correcciones no están en mi corre...—Sarada dejo de hablar de improviso. Los chicos la miraban expectante, pero ella no parecía querer continuar con el discurso.

Sarada ya no estaba ahí.

Se sorprendió a si misma mirándose ansiosa, desde un asiento en frente. El que debía de ser su cuerpo levanto la vista al frente dirigiéndole una mirada atemorizada. Sarada se miró las manos. El alma se le cayó a los pies al darse cuenta que aquellas no era "sus" manos. Miró su regazo, observo un pantalón negro en el lugar donde debería de estar su piel pálida y una falda. Se tocó las mejillas. Las haló y miró al frente. El cristal de sus anteojos le devolvía el reflejo de una persona que definitivamente no era ella.

Era Bolt.

Sarada se levantó tan rápido de la silla que esta cayó hacia un lado estrepitosamente. Miraba con horror al chico que ahora estaba en su cuerpo, quien, al igual que ella, miraba sus manos con una impresión de pánico puro.

— ¿Qué sucede, Bolt? —preguntó Chouchou, quien miraba a su compañero preocupada. El rostro de Bolt era el vivo reflejo del horror.

El verdadero Bolt se levantó de la silla y se dirigió a Chouchou. Sintió la brisa del viento en los muslos desnudos. Bolt se abrazó a si mismo intentando calentarse.

— Todo está bien —le contesto a su compañera con una voz que no era la suya. Chou lo miró confundida.

— ¡Nada de esto está bien! —gritó Sarada en el cuerpo de Bolt. Sus compañeros la miraron totalmente confundidos —. ¡Mira esto! —se tomó del pecho, halando sus ropas —. ¡Soy tú y tú eres yo! ¡¿En qué maldito y coherente mundo esto está "bien"?!

— Bolt —susurro Inoji, quien era el que estaba más cerca del él —. ¿Podrías explicarnos que está pasando?

— Sí viejo, francamente, esto está comenzando a dar miedo — comento Shikadai, quien, por primera vez en la vida, mostraba interés por algo más allá del shougi.

Todos se habían levantado de sus asientos. Sarada se había arrinconado hacia la pared. Bolt no sabía que decir o hacer. Estaba tan conmocionado como ella.

— Yo... Yo... —comenzó a decir Bolt con la voz de Sarada. — Yo soy Bolt. —todos lo miraron incrédulos. Como si estuviera loco.

— Ja, ja, ja. —rió Chou —dejen de hacerse los graciosos y actúen como lo que son. Dos jovencitos de instituto.

— Chou tiene razón Bolt, esto no es divertido —sentenció Inojin.

Mitsuki, quien había sido el único en mantenerse sentado, miraba todo aquello con aire inquisitivo. Suspiró, se paró de su asiento con los ojos cerrados.

— Yo les creo —anunció de manera rotunda.

— ¿Eh? Debes estar tan loco como ellos para decir semejante tontería —. Declaró Chou, mirándolo con una ceja levantada.

— Tan sólo mira bien, ¿Tendría caso que esto fuera una broma? ¿Con que fin? Sí, todos sabemos que Bolt suele ser tan imbécil como para jugarnos bromas estúpidas.

— ¡Oye! —reclamó Bolt, apretando los puños del cuerpo de Sarada.

— Mira su rostro —continuó Mitsuki— ¿Acaso ves el asomo de una sonrisa burlona en él? — Los tres jóvenes miraron a Bolt quien, realmente lucia muy asustado.

— Yo —comenzó Sarada con la voz de Bolt en un hilo — No sé qué está pasando— Sarada sintió un repentino mareo apoderarse de ella. Cerró los ojos dispuesta a entregarse a él, desvaneciéndose en un repentino sueño. Cayó al suelo sonoramente. Los chicos se quedaron congelados en sus lugares.

Cambiar de cuerpo ¿aquello era posible?

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⏰ Last updated: Jul 13, 2018 ⏰

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