4-"¡Te odio!"

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Estuve ahí durante largo tiempo hasta que me convencí de que Maddy no iba a asistir

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Estuve ahí durante largo tiempo hasta que me convencí de que Maddy no iba a asistir. Muchos alumnos transitaban por los pasillos y por el patio, dirigiéndose a la salida. Pero rastros de Madeleine, ninguno. Convencido de su arrepentimiento, me levanté del sitio en el que me encontraba y emprendí el paso hacia la salida.

La chica me había engañado, y yo, como un imbécil, me había hecho ilusiones.

No lo sé, tal vez era yo. Reconocía que era impulsivo, enamoradizo y en cierto modo, tozudo. Pero me fastidiaba haber creído que podía confiar en ella, que siquiera tenía el mínimo interés por conocerme.

«Te dejaste convencer fácilmente», gruñí para mis adentros colocando mi skate sobre el piso. Dispuesto a marcharme.

Me quedaba claro que para ella yo no era más que el chico que se sentaba a su lado. Que pasaba de mí. Con las peores ideas sobre mi cabeza, me monté al skate y me dirigí a la salida. Fue ahí cuando me encontré con la hermosa cara de Hannia.

—¿Y Maddy? —pregunté. Ella iba sola.

—Se ha ido, te estuvimos buscando por largo rato, jamás te encontramos, ¿en dónde estabas?

Oh, no. No se lo creí ni de broma.

—Estaba donde siempre, tú sabes. —Ella conocía el lugar. El sitio en el que nos encontrábamos a la hora de la salida. En el césped, en la última mesa de descanso. El sitio en el que me encontraba cuando tenía algo en qué pensar, cuando mi pasado volvía a mí.

—Evan, yo...

—Olvídalo, quieres —respondí sintiéndome traicionado.

Acto seguido, deslicé mi pie sobre la acera y me alejé lo más rápido que pude. A la lejanía, la escuché gritar mi nombre. Sabía que era lo mejor. Me conocía y quería evitarle las molestias.

Al transcurso del camino pensaba en que tal vez había exagerado, que no tenía motivos para enfadarme con Hannia. Después de todo, había decidido no detenerme a escuchar sus razones. Tal vez no hubiera sido su culpa. Y para ser sincero, no entendía por qué me molestaba que Madeleine se hubiera olvidado de nuestra cita.

Para cuando llegué a casa, lancé mis cosas sobre la cama y me tendí sobre ella. Quería olvidarme de la chica y por supuesto, de los deberes. Estaba convencido de que, para evitar pensar en ella, debía centrarme en otra cosa, en eso Harry podía ayudarme.

Estaba dispuesto a enviarle un mensaje, pero parecía que me había leído el pensamiento. Harry se había anticipado a mi idea, diciéndome que estaba en el centro comercial con otros chicos y que podía encontrarlo ahí en cuanto terminara de hablar con la chica nueva.

No tuve que pensarlo, tomé mi teléfono y salí de casa.

El centro comercial era un sitio enorme con diseño en U, tenía tres plantas con locales diversos y vitrinas de cristal en cada uno de ellos; pisos lisos y blancos atiborrados de gente. En el centro había plantas y alrededor de ellas había asientos para tomar un descanso. Con escaleras eléctricas a los laterales y bardas de cristal en cada piso.

Un amor para EvanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora