Capítulo II

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El día no acompañaba mucho a salir fuera de casa, de manera que ya quería llegar y entrar a un lugar calentito para servirme una buena taza de café.

Las gotas golpeaban el parabrisas de la ventana delantera, y resonaban al caer en el capo del coche, ese ruido de goteo constante y lluvia resonando al chocar contra algo lograban un sonido bastante agradable.

De camino al centro le dije a mamá que pasaramos por una florería, pues a la abue le fascinaban las rosas y que mejor opción que regalarle una especial y sana rosa el día de su cumpleaños.

Ella estacionó el auto en diagonal a la calle de la esquina, tuvimos que cruzar antés de pasar y poder entrar a la tienda.

Una vez ambas dentro y empapadas de pies a cabezas, nos acercamos a la primera persona que parecía trabajar allí, pues teníamos mucha prisa y sólo necesitabamos llevar una rosa.

-Disculpe.., ¿Podría ayudarnos? sólo venimos por un simple ramo.-le preguntó mi madre-.

-Encantada, ¿buscan alguna flor en especial?

-Ehm sí, me gustaría ver las variedades de rosas que tengan, y si es posible en todos los colores disponibles- interrumpí antes de que mamá hiciera su pedido, creía conocerla mejor.-

-Por supuesto, síganme.-

Caminamos detrás de la empleada por un largo pasillo, que nos llevó a bajar por unas escaleras a un zonato viejo y oscuro. Repleto de especies y variedades de flores, arbustos y cactús, con macetas por todas las paredes y suelo.

Me atreví a aventurar en la zona de rosas, las cuáles eran muy hermosas, amarrilas, rojas, rosadas, todas con un aroma diferente y especial, pero no lograba decidirme cuál llevar, aunque en un instante me quedé pasmada, mirando en el centro de un inmenso jarrón, una rosa que me había llamado la atención, era esa, la única rosa que sentía me estaba llamando, no había una igual, yo quería esa.

Su color fue lo primero que me atrajo, era de un color rojo pero bastante oscuro y pesado, tomé una para verla de cerca, parecía muy delicada y cada uno de sus petalos era suave, creo que había encontrado la indicada, antes de que mamá protestara, la atraje hacia mí e inhalé con toda la intensidad y energía posible, su aroma era exquisito y muy adictivo, y fue en ese mismo instante cuando mi mente se detuvo un par de segundos...

1..

2..

3..

El aroma de aquella rosa se surmergió dentro de mi ser osando cada escondido rincón de mi cabeza. Y fue ahí, cuando al abrir mis ojos, me encontré fuera de lugar, la perspectiva había cambiado, mis ojos se movían de par en par en busca de ver algo que me hiciera entrar en razón, pero no conseguí observar nada que mi cerebro pudiera reconocer, el lugar por el cuál había entrado minutos atrás y las flores que había estado contemplado se habían esfumado, un infinito silencio se ocasionó en la nada, miré las palmas de mis manos y luego hacia arriba.

-¿Mamá? ¡¡¡¡¡¿Mamá dónde estás?!!!-comencé a impacientarme, no estaba conmigo, ella se había ido, al igual que la empleada, y las flores, todo había desaparecido al inhalar el peligroso aroma que me había echo perder la noción y mi propio conocimiento.-

No había nadie, y lo peor es que sabía que no estaba soñando, pero la desesperación y mi propio aturdimiento no me dejaban concentrarme.

Empecé a correr hacia todos lados, en busca de una ventana o de un destello de luz que al menos pudiera darme una señal de lo que estaba ocurriendo, o darme una indicación de donde me hallaba, pero al parecer no había nada, el pánico y mi constante intranquilidad de estar sola me estaban agobiando, mi respiración y el ritmo cardíaco de mi corazón comenzaron a precipitarse apresuradamente, mis ojos comenzaron a  examinar en varios parpadeos hacía una luz que empezaba a asomarse pero la imagen no era nada nítida, comenzó a borrarse debido a mi mareo, me estaba evaporando, mis rodillas se flexionaron lentamente hacia adelante y me caí de espaldas topando el suelo con un grave golpe, dejé de luchar y cerré mis ojos una vez más.


La Mágica Rosa.Where stories live. Discover now