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Luego de aquellas declaraciones ninguno de los miembros de la familia tuvo el valor de ver al otro a la cara. Demasiado absortos quizás o quizás temerosos de los que podrían encontrar en la mirada del otro se limitaron a guardar silencio. Las ganas y el hambre los habían abandonado.

Con lentitud y sin poner demasiada atención la siempre sonriente Grace Templeton levantó los platos del desayuno. Poniendo cuidado en no rozar a nadie, haciendo el mínimo ruido.  

Aquel ambiente fue demasiado para Elijah. Se alejó a grandes zancadas hacia su habitación, necesitaba pensar y de forma rápida dado que en  apenas un par de horas  debía ( y quería siendo claros) ver a Sienna. Ella quería respuestas y él debía darselas, siempre había sido así «calma, calma... ya hicieron esto otra veces. Ya has hecho esto otra veces»  Se dijo, en realidad, se mintió. Se sintió patético al mentirse de tal forma «afronta la verdad »  se exigió frente al gran espejo de su habitación. Este le devolvía un reflejo triste, cansado.

La verdad era que se sentía impotente, lleno de rabia, con algo de envidia, tenía miedo, mucho miedo:  por lo que deparaba el futuro para Sienna y su familia,  para ellos, para todo aquel pueblo atiborrado de seres humanos que día a día llevaban adelante sus pacíficas vidas. No merecían lo que estaba a punto de suceder si las cosas seguían su curso. Por que de ser cierto cada una de las cosas que Alexander acababa de decir, no quería siquiera pensar lo que podría suceder: no sólo habría cazadores y algunos guardianes celestiales tras ellos, el reino celestial estaría de cabeza, el infernal... bueno ese sería aún peor. Pero hay más ahí afuera, muchas más criaturas de las que los humanos no  tienen idea  y Elijah estaba seguro que no les haría demasiada gracia enterarse de que de una raza como la humana saldrían los encargados  de mantener el orden y la equidad entre todos ellos.

« No, no saldría de la raza humana saldría de Sienna. Si ella es una receptora Alpha... » De pronto sus piernas perdieron toda estabilidad y sintió como la fuerza lo abandonaba. «No, no... por favor... no» Se dejó caer sobre la cama sintiendo como le costaba respirar «No »

Elijah recordó otra vez aquel sentimiento que le provocaba tenerla entre los brazos. Evocó ese momento bajo la farola a la salida del bar: era pequeña, diminuta. Recordó la alegría infinita que le provocó sus brazos alrededor de su cintura. 

En algún  momento, no supo bien cual, un estante completo de libros sobre psicología y algunos idiomas terminaron en el suelo.  Entre ellos varias de las chucherías que a Grace le encantaba coleccionar estaban hecha pedazos pero Elijah no supo aquello sino hasta mucho después.

No vió llegar a su familia, no los vió  ingresar en su habitación pero allí estaban los tres. Alexander lo asió fuertemente de los hombros mientras Grace lo tomaba de la muñeca con fuerza pero con dulzura. Rose  despejó con velocidad y destreza el camino pero cerró el paso a una posible huída. Elijah estaba fuera de sí.

De pronto Alexander volvió a ser el doctor Templeton, aquel que hacía suspirar a doctoras, enfermeras y pacientes.  Recuperó aquel porte altivo, serio y esa mirada característica que hacía estremecer.  Había aprendido a utilizar bastante bien  ese metro  ochenta y tres del recipiente.

Tanto Elijah como el resto de los Templeton llevaban tiempo practicando el control sobre las emociones humanas pero a veces  resultan demasiado y este último tiempo habían ido de mal en peor. Los ángeles, exiliados o no, son  por lo general de naturaleza pacífica  y poco dados a las emociones fuertes o a las pasiones:  alegría, tristeza, rabia... amor. Su tarea es cumplir órdenes. Con el tiempo los ángeles exiliados, entre ellos la familia Templeton, van aprendido a convivir con lo que implica la humanidad y su lado más salvaje . La mayoría lo logra pero otros no. Eso sí, todos descubren que deben aprender a controlarlas seriamente  porque el primer reflejo de ellas se da en los ojos del ángel que la sufre:  se tornan de un tono azul claro saturado. Instantáneamente y no es algo que ayude si quieren pasar desapercibidos.

Los ojos de toda la familia eran azules pero de una manera tan clara, que parecían refulgir. De pronto en la habitación destruida de Elijah se respiró un perfume dulce, floral, tranquilizador. Era Grace. Llevaba el cabello suelto, le llegaba hasta la mitad de la espalda. Su recipiente era una mujer de unos cuarenta y tantos. Elijah había bromeado varias veces con Alexander luego de sorprenderlo mirándola de una forma algo provocativa. 

Con rapidez y  de forma grácil se había acercado a Elijah, lo sostuvo de la muñeca mientras Alexander continuaba sosteniendolo con fuerza. Ambos se observaban  de forma atemorizante. Grace susurró unas palabras tan antiguas como el tiempo mismo en el oído del muchacho. Palabras irreproducibles para el lenguaje humano. Fue en ese momento, mientras Grace murmuraba en el oído de Elijah, que Rose extendió sus alas.

Conservaban sus alas, si.  Como fugitivos que eran aún podían permitirse aquello pero los cuatro tenían en claro que en el momento en el que dieran con ellos eso iba a terminar.  Esta autora considera, a los fines de evitarle al lector un dolor innecesario,  evitar los detalles sobre el proceso de extracción.

La cuestión de las alas era complicada. Una vez que llegaron a la Tierra, una vez que pisaron este lado del suelo había comenzado una larga cacería que llevaba siglos ya y para que esto suceda, para sobrevivir a una cacería de tal magnitud: poder extender las alas estaba terminantemente prohíbo. Una vez que lo hacían era como disparar una señal dentro de un radar, es decir, mientras las alas permanecieran  ocultas, ellos estarían a salvo. Pero esta era también una de las formas más rápidas y claras de calmar las aguas. La luz que emanaban, la visión de ellas,  la sola presencia ejercía sobre todo el resto  un efecto tranquilizador. A un alto costo.

Como si de desconectar un interruptor se tratase todo alrededor de Elijah volvió a cobrar sentido. El rostro sereno pero serio de  Alexander, la mirada llena de preocupación de Grace y Rose, que a pesar de todo,  con el transcurso del tiempo parecía cada vez más enojada — Rose... — la voz gruesa, contenida y fría de Alexander llamó la atención de los presentes.  Si estaba enojado no lo demostró — Rose ¿que has hecho? — susurró y la interpelada bajó la mirada. Era la primera vez que Elijah veía así a Rose. Alexander se volteó hacia Elijah —Esto... — murmuró  viendo a los ojos a Elijah — Esto es algo que no podemos permitirnos ¿Entiendes? Ya han llegado al pueblo y  ahora... no podemos permitirnos un solo error más. — susurró pensativo — A partir de hoy hay que prepararnos —  Tomó la mano de Grace.  Elijah se preguntó si no se estaba perdiendo alguna parte de la historia — Quiero que presten atención los dos —  Fue el turno de Grace. Serena igual que Alexander, habló casi en susurros como si nada de los anterior hubiese ocurrido. Como si la gran ola que estaba prácticamente tocando su puerta no existiera — Se que es cada vez más difícil manejarlas y que muchas veces los superan — Definitivamente había una parte de la historia que Elijah había descuidado  y se sintió un tanto apenado por eso. De repente sintió ganas de reír y Alexander se percató de ello. Elijah se limitó a observar las manos de ambos durante un momento. Y fue eso, un momento lo que necesitó para hacerle llegar el mensaje a su amigo. Alexander no pudo ocultar su sorpresa. Bajó la mirada un tanto avergonzado...  «¿Es que ví bien? ¿Sonrojado?»  — Elijah... — Grace llamó su atención — Tengan en cuenta que se acercan momentos difíciles.  Si llega a saberse el asunto de los receptores  y aún más sobre los receptores Alpha ... — Elijah se tensó — Tenemos que estar preparados pero sobretodo unidos. Quiero  que entiendan eso, que entiendan que deben controlar sus emociones, sus pensamientos o  de otra forma van a terminar por controlarlos a ustedes y eso implica el fin. —


Dulce compañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora