Capítulo 1: Vuelo a L. A.

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Maratón 1/?

Calle miro a Camila y a Juliana, quienes tenían sus maletas en las manos, mientras hablan con una nueva integrante del grupo, cuyo nombre era Natalia Afanador.

–  ¿Creen que tengamos admiradores en Los Ángeles? – Calle preguntó curiosa, empezando una conversación.

Camila levantó la mirada, dejándola posar en la peli-gris; pues al paso del tiempo, Calle había decidido hacer un cambio en si, y con ello dejar varias cosas en el pasado. Movió sus gafas, dejando ver sus ojos.

– ¿Me estás bromeando? – Está burló, con una expresión incrédula – Tenemos admiradores donde quiera, si tan solo dejarás de estar pendiente a Sebastián, lo habrías notado – Está terminó con una sonrisa de lado.

Calle frunció el ceño, moviendo los ojos en irritación – No eh estado todo el tiempo con él – Está se defendió, cruzando las manos.

– Amiga, apenas y falta por hacerte un ataúd, ya casi ni haces fiestas – Juliana añadió, mirando hacia Natalia – Está hacía unas fiestas, que te dejaban loca sin idea, apenas podías salir de pie de ellas – comentó con emoción, y camino hacia su equipaje – Aunque todo cambio cuando Camila le prese... – Sus palabras fueron muriendo al notar que la mencionada le estaba haciendo señas desde atrás de la peli-gris – Hasta que se juntó con Sebastián – Finalizó con nerviosismo, notando como Calle la observaba extraño.

Un aire incómodo, y tensó cayó entre las chicas, que si era posible podías cortarlo con unas tijeras. Natalia se incómodo juntando sus manos de golpe, sorprendiendo a sus compañeras.

– ¡Pues qué mal! Me hubiera encantado estar en una de esas fiestas, hace tiempo que eh sido niña buena – Comentó Natalia, caminando y depositando su equipaje en uno de los carritos, verificando que estuviera el nombre en la etiqueta.

– Tal vez vuelva a hacer una – Calle comentó, con una sonrisa.

Con eso la conversación murió, Juliana y Natalia se fueron consumiendo en una conversación que había montado de maquillaje, ropa y varias cosas más. Mientras Camila, se enfocaba en verificar sus notificaciones, que desde que llegaron al aeropuerto está no paraba de mirarlo.

Calle, sé quedo mirando a las chicas, con una leve sonrisa, fantaseando en sus labios, mientras su cuerpo se relajaba contra una de las paredes.

«¿Me preguntó cuanto a cambiado? ¿Se acordará de mi?» Sus pensamientos empezaron a viajar, llenando su mente de una chica que no veía hace tanto. Pues a pesar de que solo fueron dos años, se sentía como una eternidad.

Mientras más se fue consumiendo, más fuerte fue el grito que causó, cuando Sebastián la asustó.

– ¡Malditase Sebastián! ¡No vuelvas a hacer eso! – La chica maldijo, su corazón palpitando a mil, al sentir como su vida se escapaba y regresaba en ese momento.

– ¿Por qué tan distraída? ¿Que sucede? – El chico comentó entre risas, acercando a la chica por la camisa, y colocando las manos en su cintura.

Calle sentía que faltaba algo, pues a pesar de lo dulce que podía llegar a ser el chico, podía sentir que algo estaba mal. Está sonrió viéndole a los ojos.

– Eres un imbécil – Está comentó dejando escapar una risita.

– Lo se, pero soy tu imbécil – Sebastián sonrió, juntando sus labios con los de ella, quien gustosamente los acepto.

– Esto es tan irreal – Camila comentó con disgutos – ¿Les regalo las llaves del cuarto? Haber si así dejando de echarnos fiero de que estamos solteras y ustedes no – Está finalizó con un gruñido.

– ¿Quien dijo que yo estaba soltera? – Natalia comentó levantando una ceja.

Calle dejo escapar una carcajada – Pero que envidiosa, daña momento – Bufó antes de escuchar a un hombre por los altavoces, anunciando el vuelo de ellos.

Sebastián se congeló – ¿Ya tan rápido tenemos que montar nos? – Preguntó, gotas de sudar haciéndose visibles en su cuello.

Calle lo miró y suspiró, extendiendo su mano – Ven, todo va a estar bien, yo estaré a tu lado – Está sonrió, una de esas sonrisas que le daría confianza y seguridad a cualquiera.

Sebastián no reaccionaba al estar estupefacto por lo bella que se veía la chica.

Camila notó esta y aclaro su garganta – Si tú no tomás esa oferta, lo haré yo – está comentó irritada.

Sebastián reaccionó, tomando con rapidez la mano de la peli-gris.

– No, Ella es mía – Protesto como todo un niño pequeño que le quieren quitar un dulce.

Camila lo miró pensativa, decidiendo guardar el comentario que tenía en mente, antes de negar con la cabeza – Lo que tú digas – optó por decir, caminando hacia el avión.

Unos minutos pasarán, cuando ya todos estaba montados en este. Sebastián estaba nervioso, pues no acostumbraba a viajar mucho en avión.

– ¿Que pasa si el avión se cae? Y ¿si hay una tormenta? ¿Habrán verificado los motores? No me siento muy bien – Este comentaba con rapidez.

Calle tomo su mano, con delicadeza, y se acercó al oído del chico, con la voz más suave comentó – Como no te calles la boca, te daré un puñetazo que te dure para todo el viaje, ahora tranquilízate, que no pasará nada – Finalizó, volviendo a acomodarse en su asiento, viendo como el chico tragaba hondo, y se recostaba más comodo en su asiento, quedándose callado.

La peli-gris cerró los ojos, al sentir como el avión despegaba, pues era una de las sensaciones que más detestaba al víajar en un avión.

Su mente empezó a torturarla «¿Tendré la oportunidad de encontrarme? Espero que sí. Me imagino que debe estar más hermosa que antes. Me preguntó que estará haciendo en estos momentos, nunca me envió un mensaje luego de su partida, solo me dejó en visto» A este último dato, a la chica le cayó un balde de agua fría percatandose de algo que había dejado pasar «Y ¿si no me quiere ver? Si reacciona mal al verme, y si la hago recordar de lo sucedido»

Mientras más pensamientos llegaban a su mente, más cansada se ponía, hasta que decidió espantar aquellos pensamientos, dejando que el sueño la invadiera. Quedándose dormida por el resto del vuelo.

El destino de Cupido - Segundo Libro - [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora