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Gritaba desde la oscuridad de la playa, con la planta sobre la arena. En el silencio se escuchaba su respiración inquieta, incluso si la fauna nocturna hacia completa abstención de sonido, se podía apreciar el bombeo ansioso de su corazón. Las venas explotaban e implotaban constantemente por culpa de las cosas que no decía y se guardaba. No le gritaba al aire ni al océano, sino al rostro de la soledad que vivía consigo.

Tenía gran cantidad de recuerdos que no eran suyos. Iban y venían como una pelota de ping pong, y sin dar descanso golpeaban las ganas de que lo fueran, porque eran trágicos, peligrosos. Y estaba bien. Eso es todo lo que quería, es todo lo que le faltaba en su vida. Un poco de emoción.

AdolescerWhere stories live. Discover now