C5: Campamento familiar.

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—¿Ella era...es importante para ti?—cuestionó Leah en medio de un suspiro una vez que la rubia tan falsamente les dedicó una sonrisa, una falsa felicitación por su precipitado matrimonio y se marchó.—Sí me lo permites yo podría ir a hablar con ella para evitar que mal entienda todavía más todo esto...

—No. No tiene caso que hagas eso, Leah.—suspiró el muchacho—además, Sofía es pasado—anunció mirándole.

—Sebastián...sé que puede sonar cruel lo que te pueda decir pero la verdad es que no tienes que hacerla a un lado por mí. Sí te gusta, adelante. Trata de conquistarla, es muy linda y lo que hay entre nosotros...bien, en realidad no hay nada—sentenció.—Nuestra relación es de amigos...

—De amigos que están casados...—agregó él y Leah le sonrió.

—A lo que me refiero es a que no tienes que renunciar a tu vida de soltero por mí, los anillos que llevamos en los dedos no significan nada más que una borrachera en Las Vegas...entre nosotros no hay amor...—explicó la ojiazul en medio de pequeños suspiros.

—Los anillo que llevamos en los dedos podrían significar que somos amigos ¿cierto?—cuestionó él sonriéndole ampliamente.

Los ojos azules de Leah se posaron encima de los suyos un largo segundo y soltó una risita divertida.

—Claro, ¿Por qué no?—murmuró antes de tomar la copa de cristal y llevarla a sus labios.

—Leah... ¿confías en mí?—cuestionó sin apartar la mirada. Leah colocó la copa de nueva cuenta sobre la mesa y le ofreció una cálida sonrisa que hizo que el corazón de Sebastián se acelerara un breve momento.

No. Él no podía comenzar a entusiasmarse con una desconocida, no podía dejar que su corazón se acelerara por ello. Lo cierto es que era una desconocida con la que se había casado, una desconocida a la que había besado y una desconocida con la que había hecho el amor. ¿Entonces...seguía siendo una desconocida para él? Soltó un suspiro y Leah apartó un poco la mirada.

—Sino lo hiciera nunca habría aceptado salir hoy contigo—anunció en voz baja.

—¿Quieres dar un paseo conmigo?—ofreció él con un poco de duda filtrándose en su voz.

Una pequeña sonrisa se instaló en los labios de la chica y asintió un poco.

—Creo que sería lindo...

(...)

—No pareces el tipo de chico al que le guste caminar por la orilla del mar—comentó Leah sintiendo un leve cosquilleo cuándo la espuma de las olas del mar llegó hasta sus tobillos. Sebastián sonrió un poco y soltó un pequeño suspiro.

—Regularmente no suelo hacer esto...sólo lo hago cuándo necesito pensar y ese tipo de cosas...me gusta caminar por la playa de noche porque de esa manera mi mente se aclara, me relaja y encima amo el sonido de las olas chocando contra las rocas...creo que no hay un sonido más hermoso que ese—explicó el muchacho y Leah lo observó un momento.

—Eso sonó bastante profundo—comentó ella y Sebastián se rio.

—¿A ti que es lo que te gusta hacer?—cuestionó él y las mejillas de Leah se sonrojaron.

—Me gusta tocar el piano—respondió simplemente—Me relaja, el hecho de poder acariciar las teclas es...una sensación única que se apodera de mi cuerpo...ni siquiera sé como explicarlo con claridad ¿sabes? Es increíble...

—Así que tocas el piano...me gustaría ver eso, debe de ser un cuadro bastante prometedor—la halagó el chico y ella negó un poco.

—Realmente no sabes lo que dices—rio.—Deje de hacerlo cuándo mis padres se divorciaron hace un par de años—informó y apenas se dio cuenta de lo que acababa de decir se quedó en silencio.

Lo que pasa en Las Vegas...|S.Y.|Terminada.Where stories live. Discover now