26. The biggest heart

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· Esto es como una liberación emocional, así que no van a encontrar diálogos en este capítulo. Lean solo el final si se les hace muy aburrido.

🌈Maratón 3/?🌈

Su mano tapaba su temblorosa boca, en un intento inútil por tapar los sollozos que salían por ella sin permiso. Su cuerpo temblaba fuertemente a causa del frio del lugar y en diferentes espasmos debido al llanto. Solo se podía escuchar el castañear de sus dientes, sus dolorosos sollozos y los "leves" rayos y truenos que anunciaban una tormenta próxima a desatarse. Saladas lágrimas corrían libremente por sus blanquecinas mejillas, dejando a su paso un rastro de lágrimas. Simplemente ya no podía más, solo.... Había llegado a su maldito límite.

No podía detenerse, por más que lo intentara, su cuerpo parecía estar diseñado para llorar hasta que no quedara una sola lagrima que soltar. Por más que lo intentara, la idea se le hacía tan necesaria y lejana que ya había dejado de intentar. Tal vez, por esa razón no se había detenido hace una media hora atrás, tal vez por eso, ni siquiera se detenía ahora al escuchar el ruido de la tormenta que comenzaba a desatarse. Tal vez por eso se había rehusado a abandonar aquella azotea cuando había tenido la oportunidad. Solo tal vez.

Elsa siempre fue la clase de persona que colocaba las necesidades de los demás por delante de las propias; y eso lo enorgullecía enormemente. Hacia todo lo que pedían, cualquier favor, mandado, lo que fuera que estuviera a su alcance lo hacía sin pedir nada a cambio. Pensando que tal vez, pudieran ver algo bueno en ella, tratando de dar una mejor imagen de sí misma, sin saber que ya era perfecta justamente como era.

Y tampoco importaba cuanto uno pudiera hacerla enojar, cuanto uno la orillara a hacerla batallar, Elsa no lo hacía. Su bondad y ética le impedían hacer algo que no fuera por el bien de los demás, sin importar cuanto mal le pudo haber hecho aquella persona. Y era hermoso, un carácter digno de admirar aún más al ser involuntario. Sin embargo, había personas que se aprovechaban, que aprovechaban aquel gran corazón de la platinada para su propio bien sin detenerse a mirar si ella estaba bien, o como pudiera quedar ella sobre la marcha. Y Rapunzel Corona era una de ellas.

Una, dos, tres... quien sabe, la cuenta simplemente se perdió. Habían sido tantas veces en las que la platinada había cumplido los caprichos de la castaña solo para ver una sonrisa en su cara. Desde cosas tan simples como pasarle las tareas hasta tratar de conquistar al que se suponía era el amor de su vida, por ella. Claro que el último favor no le disgustaba tanto, para ser francos, fue una de las mejores cosas que la castaña le pudo haber pedido que haga. Y no solo porque la llegara del peliblanco hubiera significado la inminente llegada de la felicidad y espontaneidad a su vida. Sino también, un alto a los caprichos de Rapunzel.

Simplemente había que ser ciego, ciego para no ver como la castaña se aprovechaba de la buena voluntad de Elsa solo para su propio bien. Ciego para no ver como la de ojos verdes aprovechaba cada oportunidad para molestar, criticar, burlar o cualquier acto con malas intenciones ante los ojos de cualquiera. Y había que estar ciego para no notar como nadie hacia algo. Porque todos lo veían, todos veían la humillación a la que la platinada era sometida a diario, a veces más leves que otras. Todos veían, pero nadie hacía nada. Era más fácil reírse al respecto.

Tal vez era porque no la conocían, tal vez era porque no conocían aquel lado de la platinada que solo muy pocos conocían. Solo aquellos afortunados eran capaces de tener la suficiente confianza de la platinada para poder ver a la hermosa persona que se encontraba oculta bajo los insultos y los rumores que se esparcían a su alrededor. Solo algunos eran capaces de tener parte del gran corazón que tenía la platinada en la palma de su mano. Como decía un dicho, un corazón demasiado grande para su cuerpo.

Elsa...¿Me Puedes Hacer un Favor? [Jelsa]Where stories live. Discover now