2ND

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Las manos me habían quedado adoloridas de tanto sacar chicles. Le había agarrado asco al chicle después de ese día.

Después de ayudar al Luciano, le dije que ya no le debía ni una. Porque era verdad, con ayudarlo bastaba.

Ya era otro día, estaba caminando por los pasillos de la cárcel... digo, del colegio. Vi como venía caminando el Branco en el sentido contrario.

Hace días que notaba que el Branco me miraba mucho, me había seguido en instagram y le daba me gusta a casi todas mis fotos. Pero, aun no se acercaba a hablarme, y sabía exactamente porque...

Al Max, mi hermano, le caía como patá en los cocos el Branco. Las veces que lo he escuchado hablando de él, ha sido de lo mucho que le cae mal. ¿Por qué le cae tan mal? No tengo pico idea

Por eso, ese wachito rico no se acercaba a hablarme, porque si lo hacía; mi hermano no tardaría en decirle que se aleje de mi.

Pero ese día fue diferente.

Como les decía, iba caminando por el pasillo. Estaba preparada para hacerme la interesante al pasar por su lado, pero, como lo mismo que tengo de bonita lo tengo de aweoná... se me cayó el celular del bolsillo.

Le había cambiado la mica la semana pasada. ¡Por la miechica, Gissele! ¡No te darán más plata!

— Creo que es tuyo. —el Branco me extendió mi celular. Lo recibí con una mueca de dolor. — No está quebrado

Y así, tan weonamente, empezamos a hablar en el pasillo. Estuvimos ahí, un buen rato, hasta que sonó el timbre para entrar, él quedó de hablarme por instagram.

Amor prohibido murmuran por las calles, porque somos de distintas sociedadeees...🎶

Él se metió a su sala, yo seguí caminando. Cuando pasé por afuera de la sala de mi hermano, el Luciano se paró de la banca de afuera y me agarró del brazo

— ¿Que querí? Ya te ayudé, así que no me digas que...

— Así que te estai pelando con el Branco. —me interrumpió sin pescar mi enojo. — Al Max no le va a gustar nadita

Apreté el puño. El Luciano de mierda me estaba mirando cuando hablaba con el otro weón

— No sabía que erai tan sapo, Luciano. —lo miré enojá.

— No soy sapo. Estabai ahí en frente de todos, yo venía saliendo de la oficina de la inspectora. —se excusó. — Agradece que los vi yo y no tu hermano.

Suspiré, con ira. Aún no se me quitaba la maña por lo que había dicho, él quería que le debiera un favor para así cobrármelo a cada rato.

Y ahora, de nuevo me tenía en esa situación

— ¿Que querí pa' tu silencio?

— Que aceptes que me debes una, ah, y que no andes ahí a viva voz hablando con ese weón. Tu hermano le tiene sangre en el ojo, Gi. —advirtió como si fuera la gran weá

— Ya, está bien, Luciano. —me maldije por dentro por lo que diría— Te debo una.

//

— ¡Que asco, Gissele! —exclamó mi hermano, escupiendo la comida que había metido en su boca en una servilleta. — Sentí la cáscara del huevo.

Reprimí mi risa. Su cara culiá de asco daba ganas de retorcerse de la risa

Ese día me había tocado cocinar a mí, hice un fantástico plato gourmet obviamente... Mentira, se me quemaba hasta la sopa, ese día cociné fideos con salsa y un huevo frito encima.

Pa' la mala cuea de mi hermano, le tocó un huevo frito con un pedazo de cáscara.

— Ya te enseñé la técnica pa' freir huevos po. —me recordó, luego tomó un sorbo largo de jugo. — Tení que partirlos en un pote primero, así si te sale un pedazo de cáscara puedes sacarlo.

Eché un poco de fideos dentro de mi boca y asentí. Él se tragó el último poquito que le quedaba y se levantó con su plato

— Permiso, hermanita. Vendrá el Luciano en un rato, voy a cambiarme el uniforme. —avisó y dejó el plato en la cocina— ¡Avísame cuando termines para lavar la loza!

Siempre nos turnábamos para hacer las cosas, cuando yo cocinaba, él lavaba los platos y viceversa.

Iba a comer un poquito más, pero esta vez fui yo la que sintió un pedazo de cascara de huevo. Reí pa' callada y llevé mi plato al lavaplatos también.

Subí a lavarme los dientes, estaba a punto de cambiarme ropa cuando sonó el timbre culiao.

— ¡Gi, Abre la puerta, por fa!

Rodé los ojos, bajé corriendo y abrí. El Luciano estaba parado al lado de su bicicleta. Andaba con un gorro de lana, pero se le escapaban unos rulitos por la frente

— Hola, cabra chica. Busco a tu hermano. —saludó.

Su manía culiá de recordarme que era cabra chica.

— Me decí cabra chica otra vez y nunca más te dejo entrar a mi casa. — lo amenacé, haciéndome a un lado para que pasara. — Ruliento... —busqué un apodo para él, como vieron; fracasé.

— ¿Ruliento? ¿No se te ocurrió algo mejor? — soltó una carcajada y entró a la casa

Me crucé de brazos mirándolo feo. La verdad, era pésima pa' los apodos, era pésima pa' todo en realidad...

— ¡Max, tu amigo está en el living! —grité hacia la cocina. — Ahora, me voy. Chao, Poodle.

¡Lo intenté! ¡Juro que lo intenté!

Él soltó una risa pequeña.

— Supongo que no le has hablado más a ese weón. —habló desde el living, retrocedí rápidamente los pocos escalones que había subido.

— ¿Que parte de silencio no entiendes, Culiao? —me rendí con los apodos — Además, si me habla o no es weá mia.

— ¿Quién te habla? —apareció el Max, cruzado de brazos

Mi celular vibró en el bolsillo. Antes de contestarle al Max, lo saqué, podía ser mi papá.

xbrancoleiva respondió a tu historia
que bonita tu sonrisa:(

me decidí y esta novela se quedará, juro que no la terminaré borrando como todas🤞🏻❤️ gracias por su apoyo en el capitulo anterior / la prueba LSKSLS
Suerte mañana las que entran a su segundo semestre, pónganle todo el fua, salven el año, ahh.
No prometo actualizaciones tan rápidas, pero intentaré actualizar una vez a la semana. :(

Te debo unaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora