De hojas amarillentas y olor a encerrado

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TaeHyung está acurrucado entre sus cobijas, abrazando su peluche favorito. Solo necesita desconectarse del mundo unos momentos más. Tal vez si finge estar enfermo y no dolido, su cerebro llegará a creerlo.

—¡Kim TaeHyung, abre la puerta! —escucha la demandante voz de mujer, acompañada de molestos golpes aporreando la madera. Permanece en silencio, manteniendo la ilusa esperanza de que su madre lo deje en paz. —¡Vas a salir de ahí ahora! ¿Me escuchaste? O no volveré a comprarte libros, mocoso malagradecido.

Se levanta a regañadientes, abriendo la puerta de un tirón con sus labios fruncidos y una mirada de reproche. Está molesto y piensa dejarlo claro.

—¿Qué? —pregunta con rabia, cruzando los brazos y elevando el mentón.

Aunque claro, su madre tiene un carácter demasiado parecido al suyo, por lo que teme haberse pasado de la raya cuando la mujer alza la ceja y lo ve a los ojos alzando la cabeza.

TaeHyung es más alto, pero ella tiene algo que da miedo y le hace apartar la vista.

—¿Con que esa va a ser tu actitud? —cuestiona la mujer, retándolo a que siga hablando. TaeHyung asiente intimidado luego de un breve momento de duda y la mujer sonríe dulcemente, lo que lo asusta más. —¡Ahora mismo te duchas para que dejes de apestar y después te quiero abajo, sonriente y presentable! Y ya verás si no bajas, TaeHyung.

La mujer lo zarandeó durante todo su sermón de la oreja y TaeHyung aprieta los labios para no quejarse del dolor, sabiendo que probablemente todo ese lado de su cara ha quedado rojo.

—¿Entendiste? —vuelve a preguntar la mujer, aumentando ligeramente la fuerza empleada.

—¡Sí, mamá! —chilla, cerrando los ojos con fuerza.

—¿Sí qué?

—¡Sí entendí! ¡Sí voy a bajar! —grita, desesperado, suspirando aliviado cuando al fin su dolorida oreja es liberada. Su madre asiente, conforme y después de darle una mirada de desagrado a su aspecto, da media vuelta en dirección a las escaleras. TaeHyung la contempla desde la puerta con un puchero, cubriendo su oído con su mano. —Loca.

Su madre hace amago de dar vuelta al escuchar su murmullo y TaeHyung se apresura a entrar en su habitación, cerrando la puerta rápidamente con seguro por si acaso.

Maldice en voz baja, odiando vivir con una mujer que podía ser tan intimidante cuando quería. Vuelve a su cama, lanzándose a ella sin orden y quedándose en estado vegetal un tiempo más.

—¿Por qué? ¡¿Por qué?! —lloriquea dando patadas al aire. Alza la vista apenas para poder observar a su peluche que parece juzgarlo desde su lugar junto a sus almohadas. —¿Por qué fui tan estúpido?

Se queja de sí mismo hacia el vacío, recordando con dolor el error que cometió. Una mueca de pena se forma en su rostro cuando las palabras del poema que estúpidamente le dedicó a JungKook llegan a su mente. Sus mejillas se colorean y sabe que tiene que hacer algo para distraerse si no quiere largarse a llorar.

—Agh —balbucea resignado, caminando hacia la ducha luego de buscar algo de ropa en su armario.

Ni siquiera se molesta en buscar algo decente o siquiera elegante que es lo que se requiere en ocasiones como esa. Al fin y al cabo, ya perdió toda dignidad posible, ¿qué más da cómo se vea? Lo que sí hace es lavarse los dientes y el cabello a consciencia porque bueno, reconoce que huele del asco después de pasar dos días encerrado en su habitación en pseudo depresión. Sonríe grande mostrando sus dientes al espejo una vez termina, sonrisa que se borra cuando recuerda que en unas horas verá a la razón de su sufrimiento.

The purple rain ◾TaeKook/KookTae◾Where stories live. Discover now