Capítulo 11

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Issia

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Issia

¿Cómo jodidos se me ocurrió decirle que dejáramos todo en manos del destino? ¿Qué tal si este era un idiota que solo se burlaba de otros? ¿Qué tal si me estaba equivocando? ¿Y si esto era como atarse una soga al cuello? ¿y si jamás volvía a saber de él? ¿Y si sólo estaba jugando conmigo?

¿Qué tal si esto era como una clase de karma por jugar con todos esos chicos en la lista? ¿Y si Collins no buscaba nada más que acostarse conmigo?

«No sería una novedad. Has pasado de tener integridad, a ser el blanco fácil de hombres en aquel bar»

Sabía que aquello no era una falsedad, que por muy doloroso que fuera, mi mente no mentía. No era como si en estos momentos mi reputación fuera algo de lo que me sintiera orgullosa, aun cuando sabía que no hacía nada malo.

Y también sabía que lo mejor que podía hacer, era dejar la lista de una vez por todas, retomar mi vida y ahuyentar mis demonios de otra forma.

Cameron me dijo que no debía continuar con la lista, yo aun así lo hice; porque de alguna forma ese era mi nuevo escudo, porque si hacía eso, iba evitar caer en terreno envenenado. Así podría cuidar mi corazón.

«Es porque sabes que ningún hombre va a tomarte en serio. Este no es la excepción. Eres fácil y él lo sabe»

Traté de disimular muy bien lo mucho que dolía tenerme a mí misma juzgándome, y tan solo me bajé del taxi para entrar en el bar de Bill.

Tragué saliva antes de hacerlo. Al fin de cuentas iba a estar en el mismo lugar que Collins. Tengo que admitir que por una parte, esa era la verdadera razón de venir: Quería verlo y comprobar si el destino nos quería reunir una vez más, y por mucho que doliera, también quería comprobar que él no era como el resto, que no buscaba solo tenerme por un rato.

En cuanto crucé las puertas, me planteé la idea de comprar tapones para los oídos, con lo fuerte de esta música, lo más seguro sería que en cualquier momento mis tímpanos reventaran. Caminé entre la multitud, hasta llegar a la barra y sentarme en una banca, en el lado que Martin solía utilizar. No esperaba porque esta vez me trajera algo de beber, simplemente me digné a sentarme y observar el lugar, o más bien la puerta de entrada en la espera por toparme con un par de ojos del color del mar.

Esperé y esperé y la espera parecía ser eterna. Las personas cada vez se arremolinaban más, pero ninguna de ellas era Collins, él no daba ni sus luces.

Sin quererlo me encontré revisando la hora en el reloj de mi muñeca más de lo que era correcto, tenía el presentimiento de que no vendría y quizás, solo quizás, no lo haría porque no quería saber más de mí. Quizás no era suficiente para él, quizás después de todo, al final descubrió que yo no era lo que él buscaba, a lo mejor no le gustaban las morenas, a lo mejor prefería a las rubias de ojos azules y curvas despampanantes. Tal vez no le gustaba lo diferente, lo complicado y lo peculiar.

Hasta que lo olvideWhere stories live. Discover now