Si tengo que pelear, lo haré por vos.

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¿Qué tan poco probable es encontrarlo? Se preguntó Blas antes de entrar al bar, con casi ninguna esperanza.

Recordó de pronto que cuando niños, él lograba encontrarlo entre todos los estudiantes en el patio del colegio. Como en aquella época, Junior sobresalía ante toda la gente, sin importar la oscuridad o lo difícil de llegar a él, continuaba siendo atraído como si la voluntad desapareciera de su cuerpo.

Junior estaba ahí, en una mesa de un rincón y siendo abrazado por un chico más alto que él, al que Blas no conocía. Quedó parado, apretó su puño, pero decidió no intervenir, el "yo no te tengo que dar ninguna explicación a vos" todavía resonaba en su mente.

-¿Qué pasa, Blas? -preguntó Francisco mirando a la dirección que observaba el chico más bajo. -ah, ¿ese es Junior, no?

-Si. -dijo con un aire de tensión.

-Parece que está borracho. ¿Estará bien?

Sin contestarle, los pies de Blas se movieron por sí mismos. Nunca había visto al menor de los Gerrico en ese estado.

-Junior, Vení conmigo. Te llevo a tu casa.

-¿Blas? ¿Qué haces acá?

-Eso no importa, vamos.- le dijo firmemente, tomándolo del brazo.

-Para, flaco. ¿Vos quién sos? -Saltó el chico que estaba con él.

-Soy el novio.

-Blas, baja un cambio. Agustín vos también.- dijo Junior un poco más sobrio por la situación.

Blas fulminó con la mirada al otro chico e ignoró a Junior, moviendo las sillas para sacarlo de ahí. Pero Agustín se levantó y agarró a Junior del otro brazo, observando desafiante a Blas.

-Es mejor que te largues, pibe.

-Me voy, y Junior se viene conmigo, soltalo.

Francisco agarró el hombro de Blas alejandolo del otro muchacho.

-Calmate, Blas.-

Junior se levantó de la silla, si se quedaba ahí, Blas comenzaría a pelearse en cualquier momento.

-Agustín me voy con ellos. Te llamo después.

Agustín, ni siquiera lo miró, no dejaba de observar a Blas, quien todavía no había soltado el brazo de Junior. El menor tomó su saco y aunque estaba un poco mareado, podía sólo.

Francisco manejó hacia la casa de los Guerrico, mientras miraba por el espejo como Blas limpiaba el sudor en la frente de Junior y abría la ventana para que le diera aire en su rostro. Conocía una faceta nueva de Blas cada vez que Junior estaba alrededor de él.

A Junior se le cerraban los ojos, estar con Blas lo relajaba. Se acurrucó en su hombro, aprovechando que al día siguiente culparía a su borrachera. Blas lo sostuvo en sus brazos para evitar movimientos bruscos durante el viaje. Al darse cuenta que Francisco los observaba hizo que sintiera culpa.

-Ustedes estuvieron juntos- le afirmó sin preguntarle a Blas, cuando ambos bajaron del auto frente a la casa de Junior.

-Si, fuimos novios.

-Y no me dijiste porque sabías que me daría cuenta que todavía estas enamorado de él.

Blas asintió.

-Disculpame, no fue mi intención que llegara a este punto.

-Esta bien. Supongo que lo nuestro terminó ¿no es sí?

-Perdoname, Francisco.

El muchacho le sonrió y le tocó el hombro.

-Blas, sólo te diré que, si lo de ustedes en tan... irrompible como parece, están perdiendo tiempo al estar separados.

Blas no le contestó.

-¿Te ayudo con Junior?

- Lo haré yo.

Blas sacó a Junior del asiento trasero, quien se aferró a él aún con los ojos cerrados, abrazándolo. Había pasado tanto tiempo desde que sintió su peso contra su propio cuerpo.

-Gracias por todo. -le dijo Blas antes de que el auto arrancara.

BLASNIOR Reconciliación II: Después de la rupturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora