Capítulo 18. Increíble

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—¿Adrien está bien?— preguntó la morena mientras caminaba hacia Nino una vez que la llamada terminó. Se aferró al cuello del chico y le dio un rápido beso en los labios.

—Hum... No lo sé, en realidad. Pero pronto estará aquí, ¿Marinette lo sabe? Por que no veo que esté muy emocionada al respecto... Después de todo, hasta donde sé, ninguno de los dos ha visto al otro en dos años. Luego de que Adrien se cambiara repentinamente de colegio el mismo día que... Bueno, en el que te fuiste... ¡Pero ya estás aquí y eso es lo importante! Ahora estás a mi lado... Eso es lo importante...— resaltó a la vez que la sujetaba por la cintura.

—Ah... Y no le digas a Marinette que Adrien viene. Creo que sucedieron algunas cosas entre ellos que no terminaron muy bien que digamos.— susurró a su oído antes de hecharle una mirada rápida a la azabache, quien escribía en su teléfono con rostro divertido.

—¿Qué tan mal?— quizo saber, la curiosidad había comenzado a picar. Hasta donde él sabía, Marinette estaba completamente enamorado de Adrien, ¿Qué podría haber sucedido?

—Lo suficientemente malo como para que niegue por completo el haber estado enamorada de él. ¿Qué te parece eso?— Alya soltó una risa, la cara de su novio se había transformado por completo al oír aquello. Sí, en definitiva, era algo impactante.

—Me pregunto qué podrá haber sucedido... Adrien tampoco habla de ella.

—Sea lo que sea... Creo que será mejor no meter nuestras narices en ése asunto por el momento. Deberíamos dejar que ellos se encarguen, ya que, si no nos lo han querido decir, por algo ha de ser, ¿No crees?

—Tienes razón... Ahora vamos por ése helado, que he tenido ganas de comerlo desde que llegamos.— Nino señaló hacia el pequeño carrito de helados en el que Andreé esperaba con una sonrisa.

Alya sonrió y lo siguió en busca de su helado compartido.

(...)

Adrien por fin había llegado al parque, a pesar de los contratiempos, había logrado llegar a tiempo, así que, luego de aparcar con éxito su automóvil y tomar la pequeña bolsa que contenía el regalo de bienvenida para Alya, el cual había comprado hace apenas unos minutos ya que no había conseguido lo que quería el día anterior, corrió en busca de Andreé y sus helados.

Su teléfono sonó justo cuando por fin pudo divisar al pequeño tumulto de gente que conformaban su grupo de amigos. Contestó de inmediato sin detener su paso.

¿Adrien? ¿Qué estás haciendo? —ése era su padre. Aunque, contrario a lo que Adrien había supuesto, su voz no sonaba para nada preocupada.

—Estoy en el parque, ya sabes, Alya volvió hoy... Pero prometo que estaré en el desfile antes que empiece. No te preocupes, ¿de acuerdo?

Sé que llegarás a tiempo... Confío en ti. Ah, y dile a Nino y a su novia que los felicito por su tercer aniversario. Te quiero, hijo... — y colgó.

Adrien sonrió ante aquellas palabras. La verdad era que últimamente las escuchaba a diario y varias veces al día... Pero se sentía tan bien oírlas. Mucho más después de todo lo que habían pasado junto a su padre para llegar a tener la relación que tenían. Aveces recordaba los días monótonos que había pasado luego de lo sucedido con su madre, tanta frialdad y poco interés paterno. Pero ahora... Ya no debía de preocuparse por ése tema, pues todo se encontraba solucionado.

—¡Hey, bro! ¡Al fin llegaste!— exclamó su mejor amigo al verlo, pero sin molestarse en soltar a su enamorada.

—Alya... Esto es para ti, bienvenida a París. Es un gusto tenerte de vuelta. ¡Ah! Y mi padre les manda sus condolencias... ¿En serio, bro? ¿Tres años de compromiso? ¡Eso es una barbarie! Te compadezco en serio... ¡Auch! Sólo era una broma... No te enfades, Alya... —exclamó acariciando su brazo izquierdo, el cual había sido víctima del puñetazo de su recién llegada amiga.

—Bueno... Creo que deberían de decirse "Hola" por lo menos, ¿No lo crees... Marinette?— sugirió Alya tomando a la, algo irritada, chica, quien no parecía interesarse en nada más que su teléfono.

—Uhg... Hola, ¿Adrien Agreste, tal vez?— se burló la azabache extendiendo su mano hacia el rubio.

Adrien la miró extrañado.

Marinette... ¿Realmente habían cursado la escuela juntos? ¿Por qué no la recordaba de nada? Aunque... Debía admitir que era hermosa. Y había algo en sus ojos que le atraía.

—Sí, soy Adrien, a tu servicio, preciosa... —hizo una graciosa reverencia al decir aquello, a la vez que le guiñaba un ojo de forma galante. Marinette guardó una sonrisa para sus adentros.

—Pues supongo que no tienes novia, ya que puedes ir por allí coqueteando con la primera chica que se te cruza. ¿O me equivoco?— se burló con malicia.

Adrien sonrió de lado. ¿Cómo es que no le había prestado atención a una chica como ella?

—No te pongas celosa, Princesa, hay suficiente amor para ti también... — bromeó, aunque la reacción de su receptora fue contraria a la que esperaba.

—¡Uhg! ¿Lo ves, Alya? A ésto me refiero... ¡Qué irritantes que son los hombres como tú! ¿Cómo es que tienes tantas fans?— Marinette había perdido la postura. Aunque, si debía ser sincera, gran parte de su mal humor se debía a las desveladas que había estado teniendo gracias al gran trabajo que realizar todas esas prendas le estaba causando. La Banda se presentaría en menos de tres días y aún le faltaba dos conjuntos completos.—¡Uhg! Lo siento, me alteré un poco... Pero ya no tiene caso. Me voy.— y luego de tomar su bolso que se encontraba sobre la banqueta en la que antes se había sentado, salió con paso apresurado hacia su casa.

Adrien la vio alejarse sin lograr comprender con exactitud qué era lo que acababa de suceder.

Vaya... Esa chica era... Absolutamente increíble.

...

Bajo la misma Luna (Marichat) [TERMINADA] Where stories live. Discover now