Epígrafe.

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Año 1997.

Johannah ingresó al despacho del doctor de la mano de su pequeño hijo. El Doctor Mark Wallenger la invitó a sentarse una vez que dejó a Louis en el sector donde habían juguetes para, precisamente, los niños.

—Ya no sé qué más hacer, Mark. —Susurró la mujer.—Su comportamiento es cada vez peor, fui citada dos veces al colegio esta semana. Me dijeron que su comportamiento es bipolar, en un momento agrede a su compañero y al otro lo consuela pidiéndole perdón y diciéndole que todo estaría bien. —Suspiró rendida, volteando a ver al pequeño. Nada fuera de lo normal, todavía. Sabía que en cualquier momento haría un desastre o todo lo contrario.

—Son las etapas de la esquizofrenia, Johannah, lo siento. —Mark cerró sus ojos y dio una profunda respiración. —Esta enfermedad no tiene cura aún, seguirá empeorando cada vez más y será difícil tenerlo calmado en un sólo lugar. A la edad de trece años es cuando se calcula que habría que inter...

—¡No te atrevas a decirlo! —Johannah pegó un grito con lágrimas en sus ojos. El pequeño Lou se acercó a su madre y tomó su mano, la besó y luego siguió en lo que estaba haciendo. 

—Lo siento, pero es así. Debes aceptarlo de una vez. —Sostuvieron firmemente la mirada uno sobre el otro. Mark acarició la mano de la mujer. Una suave voz los interrumpió.

Era Louis, hablándole a la pared. El doctor se paró de inmediato junto a la madre del pequeño y se acercaron al niño, quién hablaba como si alguien estuviera frente a él. Johannah tapó su boca intentando no emitir sonido alguno mientras sollozaba. Mark sólo pudo pronunciar las palabras que jamás, ninguna madre, habría querido escuchar: —Evoluciona muy rápido. Esta es la etapa que tendría que haber llegado mucho más adelante. Hay que internarlo cuanto antes.

—¡No, Mark, no lo hagas! —Johannah estaba en el punto de desesperación. Había visto muchos folletos de lugares de reposo donde tratan con esquizofrénicos pero de ninguna manera dejaría ir a su pequeño y menos a esta edad. 

—Lo trataré yo y de la mejor forma. Lo prometo. —La atrajo hacia sí y la abrazó observando cada movimiento y diálogo de Louis.

Mientras tanto y metido absolutamente en su mundo, Louis conversaba con aquel niño que sólo él podía ver. Tenía los ojos verdes, en su cabello se formaban rulos a penas reconocibles, su sonrisa se extendía en una muy grande y estaba muy feliz de haber conocido al pequeño Lou, así como el mismo de haberlo conocido a ese niño.

Desde aquel momento, se formó una conexión mágica entre ambos. Sólo bastaba una pregunta para que ese lazo no se rompiera jamás. Y como si Louis fuera consciente de ello, sin dudarlo, moduló aquellas palabras. —¿Quieres ser mi amigo? 

esquizofrenia - lsWhere stories live. Discover now