•4

112 20 3
                                    

Vidrios rotos esparcidos por todo el suelo del salón del laboratorio.
Es la no deseada imágen con la que se encuentra a primera hora de la mañana un joven de cabellos bicolor, camino a su salón para las prácticas matutinas.

Todoroki Shōto observa, no ajeno a la situación, la escena, y se presta, amablemente a ayudar.

Los presentes agradecen enormemente su ayuda.

-¿Qué sucedió? -inquiere alzando ligeramente una ceja.

-Midoriya Izuku-responde suspirando resignado un joven pelivioleta.

No recordaba como ni de quién, pero ése nombre lo venía escuchando de manera muy frecuente últimamente, aunque no fuera, precisamente,por sus logros académicos.Shōto continúa barriendo un poco más el salón, apilando los vidrios en un montículo para levantar,y ayudando sin esperar nada a cambio, a otros alumnos de cursos aledaños.En su mente comenzaba a formularse una imágen de cómo sería el tal midoriya, acorde a los datos que iba recolectando.Pero claramente, desconocía al susodicho.
El bicolor volteó observando el esfuerzo que hacían los alumnos por querer arreglar los vidrios faltantes de las ventanas, con cintas y lo que tuvieran a mano.

-¿Y ahora por qué...? -quiso saber con una mueca de genuina preocupación.
No encontraba ni lograba dar con una respuesta para tal acto de vandalismo.

-Por que es un pandillero. No hay mucho que indagar al respecto-responde el pelivioleta restando importancia, concentrándose en su trabajo mientras hacía un movimiento de muñeca que reforzaba su actitud ahora un poco más despreocupada. - Las personas así, no valen la pena,mantente alejado de él, Todoroki-suspira no sin antes clavar su afilada mirada en el contrario casi queriendo adivinar las intenciones de su superior.

Y era bueno escucharlo, Hitoshi shinsou era una clara voz y recordatorio de su conciencia cuando hacía falta.
Alguien sumamente empático.Al punto en que uno casi podría decir que leía las mentes.

Todoroki giró un poco su rostro y se enfrascó en sus pensamientos.
Pero shōto sabía, en el fondo y mejor que nadie que las personas no nacían con maldad.

Se corrompían, o los corrompían.

Si ése tal midoriya era de ése modo, es por que algo le había sucedido. Al menos, así quería creerlo en su ingenuidad. Y él, Todoroki shōto,hijo del reconocido terapeuta con una brillante habilidad y prometedora carrera, Todoroki Enji.
Él, quien en su admiración por su ejemplar padre,en la futura carrera que había escogido y con la que había soñado desde pequeño, había jurado salvar a cuantas personas pudiera.
Y eso incluía, claramente, al "caso perdido" que todos mencionaban.

Midoriya Izuku, el terror de la Universidad UA.

Enemy FireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora