De niños tendemos a creer que todo será más sencillo una vez que seamos adultos. El poder de tomar decisiones propias, nos impulsa a ansiar ese momento con desesperación. Pero conforme vas creciendo, te das cuenta de que con cada decisión viene implicíta una responsabilidad que muchas veces no estás listo para afrontar. Tanto duele tener que madurar. Y es que abres los ojos hacia un sinfín de cosas.
Aprendes a amar de forma sincera y te expones a que te rompan el corazón. Te arriesgas a confiar en personas que pueden apuñalarte por la espalda. Tomas consciencia de que quizá valerte por ti mismo, no va a ser tan fácil como creías porque hay muchos retos en el camino.
Conseguir un trabajo, ganar dinero, tener una bonita casa y formar tu propia familia. Buscar y encontrar a la persona adecuada para hacerlo, antes de que se te haga demasiado tarde. A veces me parece que son muchas presiones para alguien que recién comienza a vivir y quiere hallar su camino en la vida.