Capitulo 4

11 2 0
                                    

Resulta que unos metros hacia abajo eran en realidad dos calles hacia abajo. Antes de llegar Andrea visualizo a dos hombres, ninguno podría pasar de los 30, recargados en un auto pero por la distancia no pudo distinguir muchos rasgos.

Se pregunto cual seria Romeo y su repuesta llego cuando uno de los hombres, el más alto pero delgado, al alzar los ojos las reconoció, al menos a una de ellas, su cara se iluminó al igual que la de Julieta y los dos empezaron a correr a los brazos de otro. Al estar cerca Julieta salto y su Romeo la alzo del suelo para darle un par de vueltas, y finalizar ese romántico encuentro con un apasionado beso.

Sonrió pero su corazón le dio un vuelco al pensar que jamás, en casi 3 años de relación, Alejandro y ella se dieron un beso con esa pasión o ese amor. Con la excusa de que ella era una señorita decente, hubo pocos besos pero cuando se besaban ella no podía evitar compararlo con Peter. Peter era juguetón y usaba mucho los dientes, cosa que le volvía loca mientras que Alejandro era lento y hacia mucho ruido. Definitivamente nunca se debe empezar una relación cuando aun no se ha superado la anterior.

Él intentaba demostrar su ''amor'' con regalos caros pero ella ni siquiera lo intentaba, aunque el querer controlarla y su maldito narcisismo no se la ponían muy fácil. Ella lo sabía, que la relación hubiera fracasado en gran parte era su culpa pero también sabía que ni siquiera así él tenía derecho a hacerle esa bajeza.

-¡Gua!- Dijo acercándose. –Ni a William Shakespeare se le podría ocurrir una escena tan cursi como esa.

Ellos se separaron y Romeo por primera vez se dio cuenta de que estaba ahí por lo que bajo a Julieta, no antes de un rápido y ultimo beso.

-Por supuesto que no, lo hubieran acusado de pornografía y lo hubieran mandado a la guillotina. –Contesto Julieta aun abrazada de su novio. –Amor, ella es...

-La famosísima prima Ann. –La interrumpió Romeo y empezó a caminar hacia ella. –He oído muchas cosas de ti.

-Te pido que no creas ninguna de ellas. –Respondió estrechando su mano. -¿Cómo estas, romeo?

-Honestamente, bastante nervioso. Tengo entendido que tú eres más difícil de impresionar que sus padres.

-De eso que no te queda la más mínima duda. –Lo apretó un poco más fuerte. –Mi tío te habrá podido leer su cartilla pero falta la mía ¿Qué intenciones tienes con ella?

Él sonrió divertido pero contesto serio:

-Hacerla feliz, cuidarla y amarla siempre. es la mujer más increíble que he podido conocer.

Se acerco más a él para parecer mas intimidante y después de unos segundos dijo.

-Pues mas te vale que sea así porque puedo hacer que te manden directo y sin escalas a un calabozo.

-Eso esta clarísimo, eres su prima por lo tanto una mujer muy peligrosa.

Ambos sonrieron y para ella, que estaba acostumbrada a lidiar con muchos hipócritas, le pareció honesto falta conocerlo más pero por ahora empezó con el pie derecho.

-Pensé que no saldrías vivo de está, Romeo. -Comentó sonriente dando un paso enfrente el otro hombre.

Rápidamente hizo una comparación entre ambos. Como ya había notado, Romeo era más alto pero con un cuerpo menos atlético tampoco era como si él no pudiera resistir una buena pelea, sólo era que el desconocido tenía un cuerpo de súper atleta aunque no al grado de consumir esteroides. El otro era como 10 cm más alto que ella pero Romeo era más de 20. Romeo era castaño claro de ojos azules y el desconocido era pelirrojo de ojos verdes.

La Princesa Y El SapoOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz