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La habitación de Bakugou era fría, al menos así se sentía al no tener una decoración más que la pintura blanca en las cuatro paredes que empezaban a consumirlo cada vez que se enfrascaba en sus pensamientos.

La razón por la cual no tenía decoración alguna era simple: había dejado todas sus cosas en la casa de su madre, sería una suerte que cuando regresara siguieran con vida, esa maldita vieja era un serio problema, una pelea más y seguro ambos llegarían al hospital.

El reloj marcaba las 11:00 p.m., hace una hora que el toque de queda se había dado y el chico paseaba por su cama esperando conciliar el sueño, al menos eso era más interesante que rondar por los pasillos esperando encontrarse a cualquier idiota. Pero el problema principal de Katsuki era que las clases habían iniciado una semana atrás y aún no lograba que lo expulsaran, sólo un castigo con la estúpida chica castaña...ese día casi explota la escuela del enojo que pasó por su culpa.

Cerró los ojos, si mañana quería ir a clases necesitaba dormir unas horas; pero todo se fue al carajo cuando su puerta se abrió de golpe ocasionando que pegara tremendo brinco cayendo totalmente envuelto por las cobijas.

-Pero, ¿qué mierda...?-ni siquiera completó la frase cuando un chico de cabello pelirrojo ya le estaba tapando la boca con una mano y con la otra le hacía una seña de silencio.

Claro que el rubio hizo todo lo contrario. No tardó ni un segundo cuando aventó al pelirrojo de manera violenta estallando totalmente sin recordar que el toque de queda había comenzado y cualquier ruido los pondría en evidencia; pero eso era lo que menos le importaba, no podía creer que unos idiotas se infiltraran a su habitación así como así.

-Estamos jodidos, ¿por qué entraste a este cuarto, Kirishima?-exclamó un rubio con la mirada fija en la puerta, como si en cualquier minuto alguien fuera a entrar.

-No teníamos otra opción, sabes que saltarnos otro toque de queda nos causará problemas con el director-contraatacó el de cabello rojo puntiagudo.

-Sí, pero elegiste la habitación del loco. ¿No pensaste en eso?-ahora fue un pelinegro el que habló recriminando al mismo chico.

Lo peor de todo era qué Bakugou los observaba apretando cada vez más las manos a tal punto de que los nudillos se le tornaban blancos, era tanta su ira que si esos chicos no desaparecían de su vista, seguramente los mataría antes de que recibieran su castigo.

-¿A quién llamas loco, pedazo de mierda?-la rabia lo inundó, y sabía que nadie podía pararlo, así que agarró al pelinegro del cuello de la playera y lo estrelló contra la pared-. Te mataré.

Las amenazas de Bakugou no duraron mucho tiempo, ya que la puerta de su habitación se abrió dejando ver al profesor Aizawa, tutor de los Rude Stuck con una cara de pocos amigos, seguramente el ruido lo había despertado, especialmente los gritos de Katsuki maldiciendo a toda la humanidad.

-No me sorprende que te vuelvas a meter en problemas, Bakugou; pero pensé que esperarías al mes y no a la primera semana de clases-la voz del profesor era tan serena que daba miedo, ni siquiera lucía molesto, su perfil neutral era suficiente para que los estudiantes tuvieran ganas de correr-. Tú madre y el expediente no se equivocaban.

-Tsk...¿y qué mierda con eso?-para ese momento Katsuki ya había soltado al pelinegro; pero eso no hacía la diferencia, en cuanto el profesor se fuera, no dudaría en atacar a muerte a esos estúpidos.

-Aquí no hay segundas oportunidades.

-No las necesito.

-Si te vas de este instituto, en ningún otro te aceptarán.

Institute for rebels. Where stories live. Discover now