Capitulo 7: Mate dos pájaros de un tiro

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Estaba sentada en la cafetería del instituto cuando llegaron aquellas tres con ropa que estaba segura que eran del cajón de cosas pérdidas de la directora y que sin duda alguna era horrible. Sin querer evitarlo cuando estaban frente a mí, me ríe hasta que unas pequeñas lagrimas rodaron por mis mejillas.

Tu maldita zorra, tu destrozaste nuestras cosas.

Sin querer dejarme intimidar por ese patético trio me levante y me acerque a ellas.

―¿Y si lo hice qué? ¿Qué me vas hacer? Aquí tú no eres nadie, ustedes no son nadie sin mí. Solo son unas patéticas seguidoras.

―¡Lo vas a lamen...

―¡Aquí la única que va a lamentar algo vas a ser tú! Por qué haré que vivas un infierno, tú y tu séquito de idiotas.

Para ese entonces toda la cafetería estaba pendiente de nosotras y ella se dio cuenta, queriéndome humillar dijo algo que toco aún más mi lado malvado.

Solo eres una dolida, tu novio... disculpa ex novio me prefirió a mí que a ti. Te crees que eres la gran cosa cuando solo eres una marioneta de tu madre. No eres nadie.

―Muñeca, muñeca pobre de ti. Acaba de firmar tu sentencia sin fin. Me das risa y pena, pobre de ti, ¿dices que no soy nadie cierto? Pues te darás cuenta quien soy, cuando pase delante de ti y tiembles de miedo. No creas saber conocerme porque muñeca, no lo haces. Yo quizás antes era la títere de mi madre pero tú eres la puta privada de la tuya, a la que puede vender solo para obtener unos centavos. Ahora vete de mí vista y ni te cruces en mi camino porque te aseguro que te vas arrepentir si lo haces.

Toda la cafetería se quedó en silencio, no se escucha ni siquiera el ruido de una mosca. Pero el silencio fue interrumpido por una bandeja cayendo al piso, todos volteamos y vimos como Peter venia furioso hasta nosotras. Al verlo acercarse en mi cara se formó una sonrisa macabra como la del guasón, él se dio cuenta de eso y por un segundo vi en sus ojos miedo. Eso me alegro.

Al llegar a mí me tomo por el brazo bruscamente y me alejo de su querida novia, intente soltarme pero no me dejo, uno de los amigos de mi hermano me ayudo empujándolo lejos de mí.

¡¿Qué te pasa Melody?! ¡¿Acaso estás loca?! Te di los motivos de por qué hicimos lo que hicimos, pensé que lo habías entendido, pensé que no eras tan hueca como para no entender.

Oírlo decir eso me dolió, fue como una puñalada directo al corazón. A pesar de todo, lo seguía queriendo pero seguir queriéndolo era lo que me hacía recordar cuan estúpida era, me hacía recordar cómo me engaño y eso solo hacía que mi rabia creciera.

―¿Hueca yo? Cariño después de lo que tengo planeado para ti dejaras de pensar que soy una rubia tonta.

Le hice una señal al amigo de mi hermano y este con otro de los chicos lo agarraron por los brazos y lo inmovilizaron. Me le acerque y le di un puñetazo en el estómago y otro en la cara.

El primero fue por lo que me hiciste, el segundo por sujetarme del brazo. Te voy a dar dos consejos, el primero nunca más me vuelvas a tocar y el segundo será mejor que estés alerta, lo que se viene ninguno lo vera venir.

Ese día al finalizar las clases mande a unos bravucones de mi clase a darle una paliza a Peter y saque al trió del equipo de animadora, eso seguro les dolió más que sus ropas.

Mi plan no podía ir mejor, mate dos pájaros de un tiro sin ni siquiera esforzarme.

El Diario De Una Chica Popular- Serie Diarios 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora