Parte 1

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—Carmen, espera.

—Señora, buenas noches —dijo Carmen y aún en su rostro se notaba que había llorado bastante.

—Carmen, por favor, déjame abrazarte.

No pudo decir que no. La señora prácticamente se le colgó encima, la abrazó fuerte y lloró sin decir palabra. Ambas terminaron llorando abrazadas, ahí, de pie en el estacionamiento.

—Carmen, lo siento, lo siento tanto, perdóname.

—Señora, cálmese, tiene usted que respirar profundo, venga, sentémonos en mi auto, tengo mate caliente dentro.

Este gesto hizo el efecto contrario. La señora escuchó tanta amabilidad en sus palabras, pese a que la había tratado como una basura, que no pudo evitar sentirse peor. Ahora lloraba sin control.

—Venga, venga para acá.

La metió en el asiento del copiloto. Y sí, tenía mate caliente. Le sirvió.

—Perdóname, perdóname, Carmen. Nada de lo que te dije es cierto, tú eres una gran mujer. Es este estúpido celo enfermizo que tengo, que no sé cómo curarme.

—Señora, escuche, este problema, entre usted y yo, termina aquí y ahora. Yo nada tengo en su contra, nada tengo más que perdonarle. Aquí en mi corazón y ante toda la gente, a usted yo la considero mi amiga.

Se tomaron de ambas manos juntas, fuerte.

—No sé lo que me pasa, en serio, cuando monto en cólera, me transformo en un monstruo. Yo no entendí razones. Y aunque no parezca, amo a mi esposo, aunque...

Cierto, ya esa señora con su esposo, jefe directo de Carmen, hacía años que la relación no iba bien. Y la señora acusaba a Carmen de ser la amante de su marido. Solo que esta vez había ido demasiado lejos.

Apenas bajó del avión salió directo a la firma, directo al último piso del principal de los tres edificios.

Y allí le increpó a Carmen estar acostándose con su esposo, el gerente regional de finanzas de la firma, de la que ambos eran socios.

Carmen era una asistente de gerencia con cuatro años de experiencia allí. Y no paraba de sorprender a todos los socios con sus decisiones, con sus análisis, con sus conclusiones y predicciones. No solo a nivel Latinoamérica, sus habilidades también se habían hecho escuchar en la sucursal europea. Era una joya de analista y más de una vez la habían mencionado como una potencial nueva socia.

La esposa, literalmente, le destrozó la oficina. La insultó delante de más de veinte empleados, con los peores términos. No le importó que la estén grabando con celulares.

Los socios, incluido su esposo, llegaron de inmediato y la contuvieron. Luego de las explicaciones que se dieron ahí mismo, quedó demostrado que sus dudas, nuevamente, no tenían fundamento.

Esta era la segunda vez que la señora reaccionaba así. La primera tan violenta.

Y en el auto, la señora se entregó emocionalmente con Carmen.

—Es más que seguro que, después de esto, me va a dejar. Estuve evitando eso por años. Sin él no me queda nada.

—Señora, usted es joven y hermosa. No diga eso. Además, esta firma usted jamás la perderá.

A ambas les llegó un mensaje, las citaban de inmediato a la sala de presidencia.

—Eso, Carmen, creo que también acabo de perderlo. Subamos.


Ya en la sala, los socios todos se sentaron. La señora ocupó su sitio, su esposo también ocupó el suyo. Acababa de llegar el presidente de la junta.

HONESTIDAD Y EFICIENCIAWhere stories live. Discover now