Capítulo 22

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Sin pensarlo su mente le recordó el momento en el que encontró a Taehyung encogido tras recibir una patada en el estómago, debilitándole aún más, facilitando a aquellas personas a arremeter contra él nuevamente. Un gemido desgarrador escuchó el cuarto espectador que veía todo como si de una película cinematográfica se tratara. Viendo una vez y otra vez los golpes hacia Taehyung en aquel callejón oscuro y sucio, olvidado del resto del mundo. Unos chicos pegaban a su amigo, chicos encapuchados, desconocidos, difíciles de reconocer. Hoseok solo pudo observar que la complexión de uno era más débil que el de su compañero y, por tanto, podía atacarle más fácilmente. Le trataban peor que a un trapo viejo, un muñeco inútil. Hoseok quería volver a pegar a los responsables, pero no se podía mover y aquello le consumía la paciencia, provocando permanecer en un estado de impotencia continua. Sus puños cuyos nudillos se encontraban blancos fue la señal de tal sensación escabrosa.

Pero despertó.

Hoseok despertó aquella mañana con lágrimas en los ojos. De la rabia e impotencia no pudo continuar más. No quería ver más y rogaba internamente poder abrir los ojos y así fue.

El sudor en sus manos, la boca totalmente seca y los escalofríos en su cuerpo le dejaron sentado en el sofá, donde el día anterior se había dispuesto dormir tras una discusión tonta con Yoongi quien dormía en su habitación plácidamente.

Hoseok se levantó, fue al baño a lavarse la cara, divisó su reflejo natural y maltratado sin ningún maquillaje que lo cubriera, recordándole la paliza que recibió hace más de una semana. Apenas pudo dormir, apenas pudo descansar adecuadamente, apenas pudo apreciar que se olvidaba del mundo real.

Y cuando te disponías a cerrar los ojos, las pesadillas eran continuas, sin parar, como si fuera una película que no podías pausar.

Volvió a lavarse el rostro, una vez más, pensando que con una lavada más, sus moratones desaparecerían, que aquellos trazos verdosos se suprimirían. Pero no. Todo seguía intacto tal como sus recuerdos, tal como aquellas marcas.

No obstante, ahora no era el único que estaba pasando también por ello.

Taehyung, su amigo iluso y de buen corazón había recibido lo mismo que él. ¿Por qué? El que menos se merecía una experiencia aterradora como esa era él. Hoseok podía aguantar todo aquello, podía reprimir el dolor, o morderse la lengua hasta que todo se curara en él, pero no permitiría que Taehyung le acompañase en esa carrera. Él solo quería el bien de los demás, eso es lo que descubrió estando a su lado. Desde el día que cuidó de él en la fiesta de la empresa, como el conseguir un regalo en la feria por sí mismo, como el pensar en el mayor más que en el propio, le hizo pensar que Taehyung merecía todas las cosas buenas del mundo menos eso: una paliza injusta y repentina. Sin ningún motivo. Sus heridas cicatrizarían, pero el recuerdo permanecería atascado en su corazón.

Hoseok preparó dos cafés para él y Yoongi, un par de tostadas y galletas, entre otros. Mientras esperaba, se colocó los zapatos con cuidado y se intentó arreglar como pudo pues aún vestía con la ropa de la noche anterior.

A continuación, notó los pasos cansados del dueño de la casa que se dirigía al comedor. Hoseok tomó rápidamente su café y un par de galletas antes de saludar a un Yoongi despeinado y adormilado, perezoso y algo adolorido aún. Supuso que fue por las heridas pasadas.

—Tienes ahí para desayunar. Te he preparado café y unas tostadas. No te olvides de echarte la crema y …

—¿Aún sigues aquí?

—Me iré si es lo que tanto deseas. —dijo Hoseok serio e ido, mirando solo su café. —Voy a ver cómo está Taehyung. Sigue malherido y necesito saber si está mejor.

Algodón de Azúcar (YoonSeok)Where stories live. Discover now