Alejando el mar

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Se había quedado dormido como un niño. Entre sus manos, ya no tan suaves, se deslizaba un grueso libro que relataban las aventuras de algún detective famoso. No las leía por nostalgia, las leía por pura emoción: él había sido uno de los mejores detectives en la ciudad, muy respetado y también gentil.

Lo descubrió cuando salía del patio, mientras podaba unas plantas. Nunca se le habían dado bien las manualidades, así que tenía todos los dedos astillados y con algunos rasguños. No quería usar guantes, quería ser una con la naturaleza, decía, y Ken se reía con soltura, sin comprender cómo a sus años seguía teniendo el mismo brillo que su magnífica juventud.

Pero Ken, a cada día que pasaba, su amabilidad sólo aparecía de a ratos. Todas las cosas que hacía sólo eran una distracción para que las aguas negras no se acercaran a él. Porque el Mar de la Oscuridad no tenía piedad ni con un pobre anciano que no tenía ya la misma fuerza de sus años más vitales. Porque esas frías y oscuras aguas se le acercaban cada noche un poco más.

Ya no estaba en edad de agitarse mucho, de ponerse nervioso, de sufrir. Miyako estaba preocupada, también.

¿Y si el Mar de la Oscuridad se lo llavaba? ¿Paraba su corazón y lo hundía en esas aguas?

Lo distraía. "Cómprate esta novela", "vamos a ver esa obra de teatro", "veamos la tele juntos". Y mil cosas más.

Y cuando lo vio dormido, tan plácidamente, supo que, por una vez, sus sueños eran agradables. Fue al baño a curarse las manos, se arregló sus cabellos blancos, largos y lisos, y le gustó verse cómo era: había aceptado sus arrugas, sus canas y su cuerpo. Le había costado, claro, pero lo hizo.

—¿Ken?

Fue hacia la sala, donde su marido dormía. Sudaba y temblaba.

Pisó mojado.

—¡Ken!

El agua subía hacia él como una serpiente envenenada. Con fuerza, se abalanzó hacia él y lo zarandeó para despertarlo. El libro cayó y dio un estruendo. Hundió sus páginas en el agua sin fondo. Miyako gritaba desesperaba.

Por fin, sus ojos azules recobraron el brillo. Se llevó una mano a su pecho.

—Me duele un poco —sentenció con una amarga sonrisa. Ella le acarició el rostro y luego lo abrazó, intentando hacer que se tranquilizara.

Él quería soñar con prados verdes, con pompas de jabón, con mil flores de colores y una Miyako eterna que daba vueltas como un tío vivo, mientras los pétalos volaban por el firmamento celeste e iban tiñéndolo de mil colores. Su risa inundaba todo y el brillo de su vida jamás expiraba.

Lloró en sus hombros.

—Tranquilízate.

—Vamos a caminar. Te invito un helado.

—Ken, hace frío, es otoño.

—Un helado es dulce en otoño y en verano —sentenció, mirándola con dulzura—. Tú eres hermosa en invierno y en primavera.

Ella se puso a reír.

—Eso no tiene lógica.

—No importa tenerla si estoy contigo —ella lo abrazó de nuevo.

—Pensé que la loca de la relación era yo —la mujer sacó la lengua, pícara.

—Me has contagiado tu locura un poco cada día, en lo que llevamos de esta vida —él le depositó un beso en su frente.

Se cambiaron: él se puso una boina azul y un saco gris; ella una boina bordó y un saco color vino. Se tomaron de las manos y salieron a caminar sin dejar de abrazarse.

—Perdona, cada día el mar se me acerca más —dijo él en susurro mientras pasaban por las tiendas y miraban las luces de colores que iban y venían. Ella se aferró más a él.

—Lo impediré —sentenció firme—. Ningún mar te ahogará. Y si lo hace, nos ahogamos juntos —los dos intercambiaron una sonrisa.

Si se ahogaban juntos, sabía que el otro los contendría en amor. Y si eso pasaba, no importaba la finitud de sus cuerpos materiales, sino la esencia de sus almas: darían tanto brillo a esa fría oscuridad que se elevarían a los cielos y no dejarían a ese mar atacar a nadie más.

—Te quiero, Miyako —ella se sonrojó un poco y le depositó un beso suave en la mejilla a su marido.

—Yo también, Ken.

Siguieron caminando entre luces, niños que corrían y personas que miraban con dulzura a los ancianos tan enamorados.

Había bondad, amor y pureza. No había lugar para la frialdad, la humedad y la oscuridad.

No mientras su amor exista.

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⏰ Last updated: Aug 23, 2018 ⏰

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Víveme, toda una vidaWhere stories live. Discover now