Capítulo 14

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El mayor no pasó por alto los temblores del contrario. Tenía que hacer algo para acabar con ellos, ya que entablar una conversación con el castaño temblando de miedo no era una opción.

—¿Quieres la fruta? — Preguntó al menor, pero este solo bajo la mirada y no contestó. Akashi suspiró, tal vez no sería tan fácil y tendría que ser más paciente. — Extiende tus manos bajo la fruta. — Pidió. Aunque para los oídos de Kouki, aquello se había escuchado como una orden, por lo cual se apresuró a levantarse y posicionar sus manos bajo el melocotón.

Tras eso, el pelifresa posicionó la palma de su mano en el tronco del árbol, segundos después la fruta se desprendió del árbol cayendo directamente a las manos del menor. La sorpresa se reflejaba de manera clara en el rostro de Furihata. Akashi tomó aquello como la actitud de un niño pequeño que veía la magia por primera vez.

—Gracias... — Mencionó tímido.

—Puedes pedir más si quieres. — El contrario solo asintió levemente. — Ahora, me gustaría hablar de algo contigo.

Kouki se tensó, ya que estaba seguro que solo podría referirse a un tema.

—Realmente lo siento Akashi-sama, pero tengo muchas cosas que hacer. — Habló apresurado. — Si me permite tengo que seguir con mis tareas. — Sin mirar al pelifresa, se dispuso a retirarse del lugar.

—De ello quedas dispensado. — Mencionó, haciendo que el menor detuviera el par pasos que había avanzado.

—Pero Kasamatsu-san...

—Mis órdenes están por encima de las de Yukio, creo que de eso ya eres consiente.

"Esto no es bueno..."

Furihata, a quien el miedo lo iba comiendo de a poco nuevamente, dirigió su mirada al mayor por primera vez desde que este había aparecido. Distinguiendo algo raro en el contrario, siendo más específicos, en los ojos.

"Esto es raro, juraba que uno de sus ojos era dorado..."

Akashi, al verse observado por el menor, no pudo si no también observarlo. Fijándose hasta en los mínimos detalles, como que el menor era poseedor de unos grandes ojos castaños, llevaba la piel levemente bronceada e irradiaba una extraña aura indescifrable a su alrededor.

Ninguno fue consciente de cuánto tiempo llevaron en observarse, pero cualquiera que los viera podría decir que alcanzó un minuto exacto, todo hasta que el castaño se percató de que la forma en que miraba a su superior era indebida.

—Lo siento...— Mencionó, a pesar de que el mayor no comprendió el por qué de las disculpas. — Es que sus ojos...

—¿Qué tienen?

"Son raros..."

Eso era exactamente lo que no se atrevería a decir, el contrario podría tomarlo de mala manera.

—Ellos, — "Piensa en algo Kouki..." — son lindos...— Lo había dicho sin darse cuenta, preso por sus propios nervios, pero al fijarse mejor en sus palabras, acabó con un notable sonrojo.

Akashi no pudo evitar sonreír internamente por la actitud del menor.

—Agradezco el alago, sin embargo, eso no evitará de que hablemos de lo que ocurrió hoy por la mañana. — En ese instante el pelifresa se fijó que sus palabras tan directas no eran la mejor idea, ya que el menor comenzó a temblar nuevamente.

—¡Yo siento mucho haber visto aquello, no se lo conté ni contaré a nadie, lo juro! — Con los ojos cerrados y preso por sus nervios, Furihata esperaba que el tema diese por terminado con esas palabras.

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