La caza de brujas

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Nuestra historia se remonta al año 1450 (época moderna). En ese entonces se practicaba "La Caza de Brujas" sobre todo en Europa central donde se procesaban mujeres por adorar al diablo y usar magia negra. Se les acusaba de hacer pactos con el demonio y rendirle culto a cambio de otorgarle algunos poderes, como causar daño a otras personas o manejar algún elemento de la naturaleza. También se decía que podían volar y transformarse en animales de todo tipo, principalmente gatos negros, cuervos y lobos. Incluso sospechaban de una mujer por tener cabello rojo, ojos verdes o rechazar a un hombre, eran juzgadas indiscriminadamente y muchas inocentes perdían la vida por acusaciones falsas. Eran torturadas, violadas y golpeadas hasta que confesaban lo que sus oídos querían oír "Soy una bruja".

Cualquiera podía acusar a un amigo, a su vecino o hasta un hijo y los pobladores del pueblo creerían en sus palabras porque el miedo estaba en todas partes y no querían ser maldecidos, tan solo una actitud sospechosa y uno era enjuiciado y quemado en la hoguera. Los hombres no eran la excepción.

—¡Son ellos!-acusó con el dedo a dos pequeños con un gato negro, junto a la puerta de la casa.

—¿Tus... tus hijos, Fugaku?-el hombre miró boquiabierto la situación. Cuando le contó que había visto con sus propios ojos a alguien haciendo hechizaría, no imaginó que sería su propia familia.

Todos, absolutamente todos en esa noche fría cargaban con antorchas en lo alto acompañando a la iglesia y condenar a los impuros.

—¡Vi a Itachi usar magia negra!-gritó a sus compañeros—¡Mi propio hijo, sangre de mi sangre ha hecho un pacto con el demonio! ¡Le vi junto a su hermano revivir al gato que tienen en sus manos, ese animal tenía la cabeza cercenada por completo! ¡Lo trajo a la vida de entre los muertos! ¡Es como su madre, no es más que un brujo!

—¡Sí, a él!

—¡Matémoslo antes que acabe con nosotros!

—¡Piensen en nuestros niños, podría embrujarlos también!-gritó una mujer aterrada.

—¡Enciendan la hoguera!

Hombres se separaron de la multitud y juntaron leña, cerca de allí estaba el poste donde serian atados los niños uno por uno y arderían en llamas por sus pecados.

Itachi un niño de doce años se puso delante de su hermano menor de diez, quien llevaba en sus manos al pequeño felino y estaba realmente asustado de esas personas. El azabache mayor no perdonaría a nadie que dañara a Sasuke, le prometió a mamá que siempre le protegería incluso si perdía la vida en ello. En la mirada de su progenitor no había culpa, ni amor por ellos, solo odio y repulsión.

Su madre había sido acusada meses atrás por un pueblerino que comentó verla hablar con espíritus diabólicos en el bosque cuando fue por leña, sin tener un juicio justo fue quemada frente a sus ojos y su padre la observó indiferente. Sufrían maltrato, burlas y desprecio por otros niños que si tenían mamá aún, no había nadie a quien acudir en esas crueles circunstancias.

—¡Itachi! Papá... ya no nos quiere-sollozó el pequeño aferrándose a él.

—Me temo que no, Sasuke-susurró, sin perder de vista a su progenitor que sostenía una larga soga.

—Es mejor que no te resistas, Itachi. Si te entregas, a Sasuke no lo condenaran-miró a su lado al cura, quien asintió en silencio ante su pedido.

El menor pareció meditarlo.

—Sasuke, ve con papá-se volteó a mirarlo con una calmada expresión en sus ojos, le acarició suavemente la cabeza—Si solo soy yo, tú estarás bien.

BrujosWhere stories live. Discover now