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¡Saludos!

Bueno gente bonita, hoy Nayen y yo venimos a dejar la segunda parte de este maravilloso fic. A decir verdad, tuvimos que recortar el capítulo porque nos quedó un poco largo, por lo que esperen a la tercera y última parte del fic en estos días.

Agradecemos a todos el apoyo, esperemos les guste.

Disclaimer: Los personajes de X-men pertenecen a sus respectivos autores.

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Era ese amor que sólo te pasa una vez en la vida, que desde que miras a esa persona te sacude el alma, que cuando tomas su mano todo lo demás pierde importancia y que cuanto te besa... sientes que quieres quedar ahí.

Toda la vida

Susana Villalpando

II

Llegaron a un callejón, no muy lejos de la parada de autobús, pero si a un ángulo en la que ningún chismoso los podría observar. Una vez ahí, fue Charles quien comenzó el contacto y a pesar de la fuerza con la que Erik lo haló desde la cafetería, el ímpetu lo hizo valiente. Sujetó a Erik por el cuello de su pulcra camisa blanca y le besó, un contacto tan tierno que sólo podría ser equiparado al rose de las alas de una mariposa con el viento. Mordió con poca fuerza el labio inferior y se animó a explorar los labios; comprobó que eran tan suaves como lo imaginó, pero aún mejor.

—Oh Erik, quiero que me beses, quiero que me hagas creer que esto no es una alucinación, que es real...

—Charles... —susurró Erik sobre sus dulces labios, estrechándolo con más fuerza entre sus brazos. Sentía su boca arder ahí donde Charles lo había mordido—. No me tientes de esta manera, por favor... No tienes idea de cuánto me gustas.

No sabía cómo Charles le pedía algo así, ¿acaso no sabía todo lo que le provocaba? Apenas sí podía contener las ganas que tenía de tomarlo ahí mismo, pero estaban en un jodido callejón mugriento. Bajó las manos por su espalda, aplicando la fuerza justa para provocar que Charles se arqueara y se apretara más contra su pecho. Soltó un gemido caliente cuando sus manos llegaron hasta su trasero y lo apretaron, restregándolo contra su pelvis.

Entre beso y beso, apretón aquí y allá por su cuerpo, conociendo muy por encima de la ropa al otro, casi dejándose llevar por la morbosidad del momento.

—¿Dónde está tu auto? —preguntó besándolo aún—. Dime que no te viniste en autobús desde Westchester, por favor. Quiero llegar a tu casa ahora.

—Está en el estacionamiento del campus, en lo que regresamos allá, nos demoraríamos más... —Charles suspiró por el agarre firme que tenían las manos de Erik sobre sus glúteos. Se le dificultaba pensar con claridad en aquella situación; estaba como atontado—. Podemos tomar un taxi en la esquina sin problema. —Gimió bajo. Erik estaba lamiendo su cuello, justo entre la clavícula y el hombro—. La mansión está a sólo 15 minutos de aquí.

—Bendito sea tu cerebro, Charles Xavier, que incluso en estas circunstancias es capaz de hacer sinapsis. Yo no puedo pensar en absolutamente nada más que en las ganas de perderme en ti.

Erik dio una pequeña mordida sobre su clavícula antes de subir besándole el cuello hasta llegar a su boca. Le tomó el rostro entre ambas manos y lo besó con intensidad, metiéndole la lengua y succionando su labio inferior. Luego dio dos besos fuertes sobre su boca cerrada y se alejó. Soltó un suspiro, pasándose las manos por el pelo antes de arreglarse la camisa y hacerlo lo mismo con Charles, componiéndolo.

El secreto de sus labiosWhere stories live. Discover now