Capítulo VIII

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La señorita Sol estaba nerviosa mientras el carruaje hacia su último trayecto hacia la puerta principal del Castillo, su amiga José María la acompañaba, pues su abuelo llegaría con la familia del Vicario, pues Lady Camila le pidió que llegara antes para que se probara el vestido.

––Sol tranquila, de seguro él no ha llegado, recuerde que leímos que él estaba en Londres.

––Lo sé JM, pero saber que estaré en su castillo me pone nerviosa.

––Tanto lo ama.

––Sí, mucho, creí que lo había olvidado, pero creo que nunca ocurrirá.

––Quiere decir Sol que nunca se enlazará.

––No, me quedaré a vivir en el campo y cuidaré de sus hijos.

––Ja, será que nos haremos compañía las dos.

––Pero tal vez usted vuelva a ver al caballero que le regaló la rosa.

––Le comenté que era un extranjero con porte de señor, no creo que nos volvamos a encontrar.

––Como dice tío Walden, los caminos de nuestro Dios son misteriosos.

––¡Jajaja! Usted Sol nunca cambiará.

El carruaje dio la vuelta en la plazoleta de entrada y como las temperaturas estaban un poco frías en esa área, salieron solo dos lacayos vestidos con capaz, la ayudaron a descender del carruaje.

En la entrada el mayordomo les indicó:

––Señorita Mellor, señorita Popper, Lady Camila las espera en el salón rojo.

La señorita MJ sorprendida por la majestuosidad y belleza del lugar, caminaba mirando todo a su alrededor.

El mayordomo las anuncio y Lady Camila se puso de una vez de pie:

––Sol, señorita Popper qué bueno que llegaron.

Las damas hicieron una reverencia, pero Lady Camila las abrazó como hacía antes Sol.

––Vengan caliéntense en la chimenea.

––Gracias.

––Conrad salió, pero no tardará.

––Sí.

––Oh que falta la mía, deben estar cansadas.

––Sí, un poco.

––Pues llamaré para que las escolten a sus aposentos.

Llegaron de inmediato el mayordomo y el ama de llaves.

––Señor Harman por favor lleve a Sol a sus aposentos y señora Harman conduzca a la señorita Popper.

––Sí My Lady.

Las jóvenes se miraron, pues cuando llegaron al final de las escaleras el mayordomo condujo a Sol por un pasillo muy distinto que por donde la ama de llaves llevaba a JM, más Sol no dijo nada.

La habitación que el mayordomo condujo a Sol era inmensamente grande, con una sala de estar amplia y otra puerta que conducía a la recámara, todo estaba decorado en rosado y blanco.

––¡Qué hermosa es esta habitación!

El mayordomo solo sonrió al decir:

––Lady Camila ordeno que se prepara para usted.

––Es muy espaciosa para mí.

––No señorita Mellor, permítame decirle que es la adecuada para usted.

Improvisto Amor IIWhere stories live. Discover now