Cuddling

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Kirishima había estado preocupado todo el tiempo que habían estado separados.

Sabía que no le ocurriría nada, porque confiaba en él y sus habilidades. Pero igualmente, no pudo evitar estar toda la semana tenso al no poder verle ni saber nada de él. El profesor había decidido coger unos cuantos y llevarlos a un entrenamiento especial fuera de cualquier rango de comunicaciones.

Kirishima hubiese estado más tranquilo si hubiera ido, pero como no lo había hecho, pese a sus insistencias al profesor, estaba de los nervios. Por tanto, no podía estarse quieto mientras no sabía nada de su novio en una maldita semana.

Shoji ya se ponía tapones para no escucharle caminar inquieto por el pasillo que conectaba sus habitaciones cada noche. Se había disculpado con él, pero es que su habitación se le hacía demasiado pequeña para toda su inquietud. A veces, incluso, se colaba en el cuarto de al lado y dormía ahí. Había comprobado que toda la habitación de Bakugou contenía algo de su esencia, y eso le hacía relajarse lo suficiente para conciliar el sueño.

Los demás que se habían quedado ahí le decían que no debía preocuparse tanto, que Bakugou era lo suficientemente capaz de defenderse y que, además, contaba con profesionales. Kirishima no dudaba de eso, solo que la anterior vez que se habían separado, acabó con Bakugou secuestrado por un grupo de villanos y un caos total, además de su propia impotencia.

Definitivamente, no quería pasar de nuevo por eso.

Suspiró mientras dejaba de leer el libro que tenía entre manos. No podía concentrarse en la lectura mientras aquellos pensamientos negativos pasaban por su mente.

Miró el techo, pensando que solo quedaban dos días para que fuera lunes, y volvería a verlo. y le abrazaría, muy fuerte, porque le había extrañado demasiado y tenía que tocarle para asegurarse de que estaba bien, de que estaba con él y que todo estaba bien.

Sonrió ante el pensamiento, y dio media vuelta en su cama, mirando la puerta de su habitación. Podría colarse de nuevo en la de Bakugou, pero mantenía la esperanza de que fuera él quien abriera esa puerta y le dijera que había vuelto.

Claramente no lo haría con una gran sonrisa en su cara y de brazos abiertos, porque ese no sería su Bakugou, y de hecho eso solo le preocuparía aún más. Lo más probable era que le dijera que estaba de vuelta con un "idiota" adicionado, con los brazos cruzados y apoyado en el marco de la puerta. Tendría una pequeña sonrisa, porque Kirishima sabía que él también le había extrañado aunque nunca se lo reconociera.

Así le quería.

Su teléfono empezó a sonar, y Kirishima se extrañó. Nadie le llamaría a las tantas de la madrugada. Decidió cogerlo para que Shoji no le matase si lo dejaba sonar, pensando que quizá sería su madre o algo así.

Se sorprendió mucho al ver el nombre de Bakugou en la pantalla. Se suponía que estaban impedidos de comunicarse de cualquier forma.

Sonrió. Siempre saltándose las reglas.

—Sí que tardas en contestar, idiota.

—No deberías llamar. Se supone que...

—Cállate. Para una jodida vez que pido permiso —bufó.

—¿Te lo han dado? —se sorprendió.

—Tuve que hacer cosas extras pero sí —admitió—. Sabía que estarías preocupado porque así eres de idiota, así que te llamo para decirte que estoy bien.

Si hubiese tenido un espejo en frente, Kirishima hubiese visto su propia sonrisa atontada y se habría avergonzado.

—Yo también te quiero —rió mientras apoyaba la espalda contra el colchón, el móvil aún pegado a la oreja.

30 Days: Kiribaku short storiesOnde histórias criam vida. Descubra agora