Hanging out with friends

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—"Será buena idea, Bakugou, te vas a divertir" —citó un enfadado rubio, mirando a Kirishima—. ¡Mis cojones que es una buena idea! ¿¡Dónde cojones estamos?!

Detestó la idea de una «quedada entre amigos» desde el minuto uno. Eso solo lo confirmaba.

—¿Nunca has ido a un paintball? —preguntó un relajado Kirishima, como si no fuera con él.

—¡Ese no es el punto, idiota! ¡El punto es que me habéis traído aquí contra mi voluntad!

—¡Vamos, Bakugou, será divertido! —rió Kaminari.

—¡Y un demonio! ¿Qué tiene de divertido mancharse de pintura?

Bakugou había visto un grupo saliendo llenos de pintura hasta los huesos, y pasaba mucho de tener que estar duchándose tres horas para sacarse cada gota de pintura.

—¡Eso sale con agua! ¡Vamos! —animó Sero.

—¡Venga, Bakugou! ¡Que te quedas atrás! —rió Mina, tirando de Jirou, que había venido básicamente obligada.

Kaminari y Sero ayudaron a Kirishima a evitar que Bakugou se fuera, dos cogiéndole por los brazos y otro empujándole. Bakugou intentaba soltarse, sin demasiado éxito.

Cuando les encerraron en el interior de la sala, si se podía denominar así a la especie de bosque interno que había ahí, y empezaron a coger los rifles llenos de bolas de pintura, cosa que a Bakugou ya le gustó más. Había diferentes colores, así que hicieron tres equipos: Mina y Jirou serían el azul, Bakugou y Kirishima el rojo y Kaminari junto a Sero el amarillo.

Bakugou captó lo esencial de la explicación del guía. Tenían que ponerse una máscara por seguridad y escoger el rifle que más les gustase, también podían usar bombas de pintura, y todo lo que tuviesen en el armamento. Tendrían diez minutos para escoger los de su color, pero luego no podrían volver a cargar. Les dieron unas bandanas de su color. Luego se tendrían que esparcirse por todo el lugar y disparar a quemarropa a los demás hasta que solo quedasen ellos. También tenían que darle de lleno al oponente, si salpicaba no valía.

Eso de disparar era la parte favorita de Bakugou.

Y además podían usar sus quirks, siempre que no afectasen a sus compañeros. Genial.

—¡Vamos a ganar! —rió Kirishima.

—¡Eso ni lo dudes! —apoyó Bakugou, gustándole más la idea de haberse dejado llevar.

—Ya está la parejita... —rodó los ojos Mina, divertida—. Claro, Bakugou supo que iba a ir con su amorcito y ya todo le parece buena idea.

—¡Tú serás la primera, maldita alien rosa!

—¡Eso ya lo veremos! —sonrió Mina, alejándose con Jirou mientras se ponía la bandana azul.

Kaminari y Sero decidieron no meterse por su bien, porque Mina no sabía lo que era el miedo, pero rieron por lo bajo al ver la cara roja y molesta de Kirishima. Pero no dijeron nada, porque Bakugou les mandaría a volar con una explosión.

Apreciaban su vida.

★★★

Bakugou se arrepentía de no haberle dado a Mina, pero ahora estaba sola, porque Jirou se había puesto en medio cuando cayeron en la distracción de Kirishima. Así que no tardaría en caer. Debía admitir que era rápida, porque se hizo un camino con un par de bombas que llevaba encima y no pudieron acercarse o la pintura les daría a ellos. Además, la cinta de Sero había atrapado uno de sus brazos y tiró de él, y de no ser por Kirishima, que con su brazo cortó la cinta, le habría atrapado.

Enseguida, Bakugou le tomó de la mano y echó hacia arriba usando su quirk con la otra, esquivando una bola de pintura. Aterrizaron unos cuantos metros más allá, los suficientes para librarse del alcance de ambos y empezar a pensar un ataque.

Se escondieron en un par de arbustos, esperando a que llegasen para atacar. Todo era silencio, hasta que Bakugou escuchó el grito de Kirishima gritando que se agachase. El rubio obedeció, esquivando una bola azul mientras el pelirrojo disparaba a su vez.

No pudieron esquivar la pintura ninguno de los dos, y Bakugou maldijo mientras Kirishima suspiraba y se encaminaba a la sala de espera, deseándole suerte a Bakugou con el signo de la victoria.

Bakugou gruñó mientras tomaba una de las granadas rojas que había cogido.

Ahora sí que no pensaba perder.

En cuanto escuchó a Sero diciéndole algo a Kaminari sobre ocultarse, saltó y les disparó con todo lo que tenían, desquitándose de todo.

—¡Vale, vale, nos rendimos! ¡Para!

Alzaron las manos y bajó a regañadientes el arma, sabiendo que no podía seguir si ambos decían que se rendían.

Por tanto, había ganado.

Fueron a la sala de espera a reunirse con los demás, sacándose las máscaras que les cubrían.

—¡Así se hace, Bakugou!

Kirishima se tiró hacia él y le abrazó con fuerza. Bakugou masculló un «idiota» mientras le abrazaba también.

—La próxima vez, no te dejes matar, idiota.

La próxima vez, ganarían juntos.

30 Days: Kiribaku short storiesWhere stories live. Discover now