Compañía

2.1K 193 73
                                    



   Esa misma noche, Steve ingresaba a la habitación "228", perteneciente a Tony.

-¿Señor Stark? – preguntó, adentrándose con un pequeño paquete en mano.

-¡Doc.!... me alegra verlo, necesito que me aclare una duda... ¿podría explicarme porque razón mi plato rebozaba de verde?... – preguntó con claro reproche - mi ensalada ocupaba más espacio que la carne.

   Steve sonrió, luego levantó los hombros.

-Hice una promesa – dijo con fingida indiferencia.

-¿Usted hace una promesa con un niño de 5 años... y yo tengo que pagar las consecuencias? – preguntó con cara de sufrido, mientras observaba como el rubio levantaba las bandejas bacías.

-Promesas son promesas... y yo soy un hombre de palabra... he visto a niños quejarse menos por cosas peores – mencionó con una sonrisa de suficiencia, mientras el genio lo miraba con reproche – Vamos, no se enoje... le e traído una pequeña compensación – dijo mientras le alcanzaba el pequeño paquete.

   Tony lo abrió y divisó un par de donas y un vaso con café. Al castaño se le ilumino la mirada.

-Doctor Steve Rogers... usted es un Dios – Alagó con alegría y un brillo especial en los ojos.

   Steve sonrió, le estaba empezando a gustar esa sonrisa sincera, que rara vez lograba ver. Y eso le perturbo en gran medida.

-Si... no hay problema, después de todo se encuentra en una situación difícil, lo que más deseamos, es que se sienta a gusto aquí – logro decir algo nervioso. Hecho que paso desapercibido para Tony, que se puso a devorar su dona con fervor.

-Lo digo en serio, usted es mi médico favorito... Strange es extremadamente serio y Janet, mi médico de cabecera, es una gran profesional, pero su actitud es horrible. En cambio usted es un Santo y, a mi parecer, en lo que atención al paciente se refiere, usted es el mejor del mundo.

   Steve se sonrojó levemente, sorprendido por las palabras del genio. Luego sonrió cómplice.

-Wow... ¿gané semejante título?... no me quiero imaginar lo que me dirá si le doy la sorpresa que le tengo guardada.

   A Tony le sorprendió esa sonrisa.

-Doc. Me está asustando... me mira, como un padre que espera que su hijo abra su regalo de cumpleaños – menciono con una sonrisa nerviosa.

-Déje las donas y cierre los ojos – dijo expandiendo su sonrisa.

Tony estaba confundido, pero aceptó dejando su adorada dona dentro del paquete, apartándolo. Luego cerró los ojos.

   Steve se acercó, y tomó la misma mesa que el millonario usó para comer, colocó su celular, usando el vaso de café como apoyo.

-¿Listo? – preguntó, a lo que el genio asintió – Ya los puede abrir – pidio, al mismo tiempo que reproducía el video que Peter le dedico a su padre.

   Tony abrió los ojos cuando vio a su hijo en la pequeña pantalla.

"-Listo cuando tú digas Pete." – se oyó al Pediatra.

"-¡Espere!... ¿podría peinarme primero?, no quiero salir echo un desastre."

   Tony quedó con los ojos abiertos, su pequeño... él estaba bien.

"-Pero te vez adorable." – Se escuchó al médico hablar, conteniendo las ganas de reír.

"-Doctor por favor... Un hombre tiene que estar siempre presentable." – Tony Sonrió de una forma dulce, extrañaba su forma de ser... tan única.

Tú me ComplementasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora