Capítulo 20: El concurso de talentos.

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Dos días.

Joder, solo le quedaba dos días completos con Raven. Era de noche, pero estaban en la sala de música, ella tocando el piano y Raven a su lado sentada con los ojos cerrados, sintiendo la música. Puf, ¿cómo iba a estar sin ella? Al día siguiente era el concurso de talentos, y el siguiente la despedida. Por la tarde irían sus padres a recogerla, dormirían en un hotel, porque ya no tenían la casa, y cogerían un avión por la mañana.

—¿Sabes tocar el piano con los ojos tapados? —preguntó Raven de repente y ella giró la cabeza sorprendida.

—Te prometo que no voy a mirar si quieres ensayar.

—Sí o no.

Ay, esa sonrisa de pilla la volvía loca.

—Sí, sí que podría. Creo. Nunca lo he hecho, pero...

Raven la interrumpió sujetándole de la barbilla y besándola suavemente.

Puf, ¿cómo iba a estar sin sentir aquellos labios?

—¿Quieres intentarlo?

—Sí, claro.

Si iba a sentirse más cómoda así... Volvió a sorprenderse cuando Raven sacó un pañuelo de la mochila que había llevado hasta allí —cosa que ya le había extrañado antes, pero no le dio demasiada importancia—, y dejó que la volviera a besar mientras se lo anudaba detrás de la cabeza.

—Vamos, mi amor —le susurró al oído, y no supo si era por estar privada de la vista, pero fue mucho más intensa la sensación de su aliento cálido rozando su oreja.

Empezó a tocar, al principio despacio, indecisa, por si fallaba, porque le avergonzaría un poco. Era un poco tonta con esas cosas... Bueno, y con todas las cosas con las que quería llegar a ser perfecta.

—¿Te he contado alguna vez que Joey es un gran pianista? —preguntó, porque no sabía dónde se encontraba exactamente Raven y necesitaba saber que al menos seguía allí.

—Schh... —chistó a su espalda, y el tonito que usó le puso el vello de punta.

De repente, las manos de Raven estaban sobre sus hombros y se deslizaban por ellos muy despacio. Y no, no era un masaje, era una caricia demasiado sensual como para llegar a relajarla. ¿Quería...? Raven estaba... Ay, joder. La nota sonó bastante mal cuando le acarició los brazos y su pecho quedó justo contra su nuca, y la música cesó lentamente hasta desaparecer.

—Si dejas de tocar el piano, yo dejo de tocarte a ti.

—Raven...

Inspiró hondo y volvió a colocar los dedos sobre las teclas, sintió la sonrisa de la chica contra su cuello antes de que comenzara a besárselo mientras ella empezaba a tocar el instrumento. Tras recorrer de nuevo sus brazos, Raven aprovechó la postura que tenía para acariciarle los muslos, levantándole la falda para poder tocar más piel de la que quedaba a la vista.

—Joder, no sabes cuánto te deseo.

Otro susurro así contra su oreja y se moría. Literalmente.

Una mano de Raven acarició su mejilla e hizo que girara la cabeza hacia un lado y arriba, siendo sus labios atrapados con habilidad. No tardó en abrir la boca para dejar paso a su lengua, y falló de tecla provocando que el piano sonara mal otra vez.

—Mierda.

Se mordió el labio para concentrarse, porque no quería que parara, pero sonrió al oír cómo ella se reía suavemente antes de que morderle el lóbulo de la oreja. Raven dejó de abrazarla desde atrás y notó rápidamente que apoyaba las manos en sus costados y que besaba su espalda sobre la camisa del uniforme. Estaba siendo muy complicado concentrarse en la canción sin equivocarse ni parar, porque el estímulo «Raven» al completo era muy distractor, y más si estaba acariciándola de esa forma.

¿Jugamos al escondite?Where stories live. Discover now