XII

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—Lamentaras tú acción.

Un escalofrío recorrió mi espalda y lágrimas comenzaron a salir, el lugar lleno de paz y color blanco comenzó a teñirse rojo, llamas brotaron al rededor y comenzaron a asfixiarme, rugidos, gritos de humanos se escuchaban por todos lados.

¡Ya basta!—Grite por encima del ruido, tape mis oídos y caí al suelo, suplicando que todo terminara.

El suelo parecía un mar de sangre y está comenzó a envolver mi cuerpo hasta que no pude respirar más...

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Al despertar sentí como el sudor recorría mi cara, mi respiración era muy rápida, un sentimiento de tristeza rápidamente se apoderó de mí, me envolví en mis brazos y las lágrimas fluyeron, mire a todos lados en busca de algún un rostro familiar, estaba totalmente sola.
¿Qué podía significar aquél sueño? Todo había sido tan real, aún sentía el calor de las llamas a mi al rededor y el humo entrando a mis pulmones, todo era realmente extraño.

Cuando por fin pude calmar mi extraña tristeza pude ver como el sol poco a poco iluminaba mi habitación y en un rato llamaron a la puerta.

—Adelante— Me apresure a decir mientras limpiaba mi rostro con las cobijas.

—Señorita Eridani, buenos días— Era Victoria que me dedicó una cálida sonrisa y se adentro en la habitación para abrir las cortinas.

—Buenos días—Me limité a decir dándole la espalda.

—¿Ocurre algo señorita?— Escuché sus pasos acercándose a mí.

—Estoy bien, solo estoy cansada y quiero dormir un poco más, por favor vuelve más tarde.

Sus pasos se dirigieron a la puerta y sentí que me examinaba lo más que podía.

—El Rey dará una fiesta está noche, es para celebrar la victoria del príncipe Asphelter— Al escuchar su nombre un hormigueo recorrió mi espalda— Volveré más tarde con lo necesario para que se aliste según los deseos de la princesa.

—¡No!—Me apresure a decir levantándome—Espera...

—¿Quiere qué comience ahora?

—La verdad preferiría que primero traigas el desayuno, podría comerme lo que sea— Todo el esfuerzo de la batalla me había dejado sin energía suficiente.

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Al terminar de devorar todo lo que ella me trajo tome una ducha, Victoria me llevo un hermoso vestido rojo con flores negras de terciopelo decorando el corset y con encaje también negro hacían buen juego.
Me dirigí a comer ya que aún no me sentía del todo satisfecha y en los pasillos largos y enormes me encontré a la princesa que también se dirigía al comedor.

—Eridani— Dijo rápidamente y corrió a darme un fuerte abrazo.

—Princesa...— Pronuncie con dificultad.

—El vestido te queda hermoso— Se apartó y me observó de pies a cabeza— ¿Me acompañas a desayunar?— Su sonrisa era encantadora.

—Claro que si— Comencé a caminar a su lado un poco tímida por el cumplido que me dijo.

—¿Estarás está noche con mi hermano?— Su pregunta me tomo desprevenida.

—Yo... No creo que sea lo mejor...— Baje la mirada para ocultar mi vergüenza.

—Tranquila, nadie pensara otra cosa, todo el mundo sabe que su vida está arreglada.

—No comprendo— Mi expresión se tornó dudosa.

—Si, el tiene que casarse con la princesa Ingrid, es algo arreglado para la alianza de reinos.

—No tenía idea...

—Es bastante común— Mi silencio incómodo el momento—Llegamos, estoy realmente hambrienta.

Me tomo de mi mano y rápidamente nos dijimos a la enorme mesa que estaba situada frente a nosotras, nos sentamos juntas y pronto la comida comenzó a llegar.

—Eridani...

—¿Si?— Respondí rápidamente saliendo de mis pensamientos.

—Yo no quería incomodarte con mi comentario anterior— La mire rápidamente— A veces digo cosas sin pensar, no quiero que esto afecte lo que sea que esté pasando entre tú y mi hermano.

—Oh, no se preocupe por eso princesa, estoy totalmente conciente que si llegara a sentir algo por el jamás podríamos estar juntos— Un dragón y un humano iría en contra de la naturaleza, pensé.

—El no es el único que pasa por eso...— Su linda sonrisa desapareció al decirlo—Quiero decir... Soy una princesa y no soy la primogénita, me unirán a un matrimonio por conveniencia.

—¿Por qué es tan malo?—Aún había cosas que no entendía completamente de los humanos.

—Porque estoy enamorada de alguien más—Su voz se volvió cortada— Es imposible que estemos juntos, el solo es mi caballero, no es un príncipe de un reino rico en minerales o cultivos...

—El amor es algo extraño—La comida ya estaba en nuestros platos.

—Como sea— Su expresión se forzó a dedicarme una sonrisa—Buen provecho, Eridani.

—Igualmente princesa.

Dicho esto comenzamos a ingerir nuestros alimentos y de vez en cuando hacíamos comentarios graciosos o fuera de lugar.

Había sido el momento más extraño, al terminar la princesa solo me dijo que me vería más tarde, pude notar cierta tristeza en ella. Al no tener mucho que hacer en este lugar preferí dirigirme a la biblioteca, tenía que aprender más, me gustaba aprovechar este momento ya que si volvía con los dragones no volvería a sentir el placer de oler estos libros viejos y dejar que mi imaginación vuele con las historias.
El tiempo pasó y por fin terminé el libro de un detective famoso que siempre estaba acompañado por su fiel amigo que es doctor, me dirigí a la estantería a guardarlo y buscar algo nuevo, pero afuera comenzó a escucharse ruido y gente eufórica así que mi búsqueda tendría que esperar, salí y comencé a seguir a las personas que iban celebrando la llegada del príncipe; sin pensarlo comencé a correr hacia la entrada principal, no demore mucho en llegar después de todo ser un dragón tiene ventajas.

Al llegar a la entrada ahí estaba el, parado y detrás de él habían más soldados, unos pocos rápidamente abrazaban a sus amadas, los aplausos y gritos de las personas eran abrumadores; comencé a caminar hacía el.

—Asphelter...—Dije en un susurro y acelere el paso—¡Asphelter!

Llegué a su lado y el solo me miró con superioridad a lo cual no le di importancia.

—Has vuelto—Le dedique una sonrisa e intente abrazarlo, pero me tomo de los brazos y me alejo.

—Si, aquí estoy—Su disgusto me dejó sin palabras— Si me permite señorita, tengo asuntos que hablar con el rey.

—Lo siento— Baje la mirada sintiéndome decepcionada.

Le dedique una pequeña reverencia y me hice a un lado, sin mirarme el camino hacía dentro del castillo y los soldados lo siguieron, poco a poco se alejó y se perdió en la multitud. Camine hacia el jardín enorme que había atrás del castillo y en la sombra de un árbol me recosté, una extraña tristeza invadió mis pensamientos, recordé las palabras de la princesa y el matrimonio arreglado, quizá por eso es que no me tomo la suficiente importancia. Los humanos son extraños, un día te quieren y después actúan como si fueras un estorbo, es increíble cómo el ego por una victoria hace que las personas cambien su actitud.

Siete SegundosWhere stories live. Discover now