Capitulo 4

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Shaina miró alrededor de la habitación. Estaba vacía aparte de las dos cruces de hierro a las que ella y Camus estaban sujetos, y una mesa llena de juguetes y lubricante. Tomó una respiración profunda, intentando tranquilizar su corazón acelerado.

- Oh, preciosa, haz eso otra vez.

Milo ahuecó sus pechos, levantando y presionándolos juntos con toda la fascinación de un niño con un juguete nuevo.

- No tienes idea de cuánto tiempo me han tentado. Nos han tentado. Todos aquellos viajes al río, ese feo traje de baño azul que pensaste que lo ocultaba todo. Estaríamos mintiendo si cualquiera de nosotros negara lo que hicimos en nuestras respectivas camas pensando en tus pechos deliciosos.

- Tú eras un demonio enviado para torturarnos, Shaina – confirmó Kanon

- Y-yo lo siento

- No, cariño. No te atrevas a pedir perdón. Tú lo vales. Siempre lo has hecho. – afirmó Kanon de nuevo

Milo asintió dándole la razón a Kanon. Ambos bajaron sus cabezas hacia sus pechos, cada uno colocando sus labios alrededor de un pezón y chupando con fuerza.

Shaina miró sobre sus cabezas y su mirada se unió con la de Camus. Él tiraba contra sus ataduras, y ya estaba duro como el acero al que estaba atado mientras miraba a los otros alimentarse de sus pezones con placer voraz.

Dos juegos de dedos masculinos viajaron hacia abajo por su vientre, deslizándose entre sus piernas para masajear su sexo. Shaina gimió pero nunca quitó sus ojos de Camus. La expresión de su amigo estaba llena de cólera y frustración por estar atado, mantenido lejos de ella. Y necesidad. Necesidad infinita, sin final.

- Así es como se sintió, Shaina . Desearte. Amarte, cuidarte y ser tu amigo, todo mientras quería tomarte con cada aliento de mi cuerpo. Sabiendo que nunca podría. – dijo mientras tiraba de sus ataduras otra vez, sus ojos se movieron por la boca de Milo mientras este dejaba el pecho de Shaina , dirigiéndose hacia el sur.

Milo alzó la vista, su aliento tibio contra su clítoris.

- Dile que lo sentiste también, Shaina. – sugirió - Dile que pensabas en nosotros, que te tocabas por la noche hasta correrte gritando nuestros nombres.

Tiró de su clítoris con sus dientes, lamiendo su sexo empapado con golpes suaves y sensuales de su lengua.

- Lo hice. Por Athena!!!, lo hice. Tantas veces que perdí la cuenta. Pero nosotros no podríamos...yo no podría.... Mierda, Milo!!!!.

Milo sonrió contra su sexo, pellizcando juguetonamente los dedos de Kanon hasta que él levantó su cabeza de su pezón y gruñó, volviendo inmediatamente a la succión de su pecho y al empuje de sus dedos dentro de su coño.

Milo encontró su mirada, su sonrisa desvaneciéndose hacia una de desconcierto aturdido.

- Es mejor que cualquier sueño húmedo, preciosa. Tu sabor. La forma como te sientes. No podemos tener suficiente. Dime lo que quieres, independientemente de lo que sea, es tuyo.

Un temblor recorrió el cuerpo de Shaina ante la sinceridad en su voz. Ella alzó la vista hacia Camus, tratando de concentrarse a pesar de la distracción de la estimulación exhaustiva de Kanon.

- Quiero ver correrse a Camus – dijo finalmente – Es tan sexy...

Kanon canturreó una risa contra su pecho mientras Camus comenzaba a decir cuanta palabra altisonante en francés le venia a la mente. Ella no tenía idea de que él supiera decir palabrotas de esa forma.

Tres monadas doradas para una cobra hambrienta.Where stories live. Discover now