Escape

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El humo del cigarro de mi padre invadía mi olfato, la música de la vieja radio era de bajo volumen y pequeños destellos de luz brillaban por la ciudad, todos de distintos colores. Una pequeña lágrima se deslizaba por mi mejilla, de una manera tan lenta que llegaba a ser dolorosa. Dejar todo atrás y olvidar el pasado.

-Papá, de verdad nos tenemos que ir?

-Ellos saben dónde estamos.- dice y al momento le da una calada a su cigarrillo.- Y eso es malo. Estamos en peligro.

-Mucho peligro?

-Más del que puedes imaginar. Son personas malas, Andrea. Y no son como las de las películas. No dudarían en matarte a ti o a mi. Nos vamos en 20 minutos. Apúrate.

Y el entró a la casa. Me preguntaba mirando a la luna «Que habré hecho para hacer que nos persigan? Que nos pone en peligro? Quienes son ellos?». Las estrellas se veían tan lejanas y cercanas a la vez, se veían tan familiares pero desconocidas, brillantes pero opacas, alegres pero melancólicas. Tan distantes estarán? Tan desconocidas serán? Si las dejo de mirar, se entristecerán? La luna, grande y poderosa, se sentirá débil en los momentos duros? Llorara por no poder disfrutar el día? O se alegrará por ser la luz de la noche?

Abro la puerta trasera del viejo auto, pongo mi pequeña mochila y me siento. Pongo música en mis audífonos para calmar mis nervios, y el auto avanza.

«Estamos en peligro» pensé.

Mis amigos, en un tiempo solo serán viejas memorias de mi pasado. Mi hogar, solo viejos escombros sin significado alguno. Mi ciudad, solo antiguos edificios intentando ser más altos y grandes que las demás construcciones. Nuestro auto sale de la ciudad, en una autopista despejada, por las tempranas horas de la mañana, sin persona alguna pasando por ahí. Los árboles, quietos, mi papá con su cigarro, el auto avanzando y las estrellas brillando.

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