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La dama enmascarada observaba todo desde las penumbras en los alrededores de Leighton House. Una casa bastante grande y alejada de la ciudad de Londres. Parecía más un refugio temporal que una residencia permanente, pero desde hace un mes que su objetivo vivía en aquella casa.

—Mi señora.—Raphael su más fiel sirviente llamó su atención. El hombre tenía una prominente cicatriz en uno de sus pómulos que le concedía cierto aire de peligro. Del tipo en que la mayoría de las personas no desean acercarse.—Ya es hora de regresar, mañana será el gran día.

Crystal sonrió mientras se cubría más con el abrigo de fino corte que usaba encima del laborioso vestido negro que las modistas habían confeccionado para ella. Un regalo de Bleiston en su cumpleaños número 26.

—Tienes razón.—la mujer empezó a alejarse de Leighton House, seguida de Raphael.—Tengo que ganarme el aprecio de Lady Alicia. No parece algo difícil.

La mujer confiaba plenamente en sus dotes de actriz y en su adecuado trato con las personas. 

—Quizás sí lo sea.—contradijo su acompañante y la mujer frunció el ceño.—No es por desanimarla mi señora, pero usted nunca ha logrado conservar a ninguna de sus "amigas" por más cercanas que éstas sean.

Crystal se detuvo de golpe y lo observó con fijeza.

—Eso no es cierto.—repuso ofendida.—Llevo años conociendo a Vanessa.

—Sí, pero Vanesa no es su amiga, es su informante, una sirvienta más.—explicó Raphael con desdén. A decir verdad no le agradaba la cortesana.

—¿Y Nastasia Voulie?

El hombre negó.

Todas las cortesanas al servicio de Madame Margaret, la madre de Crystal, eran solo sirvientas para su hija. Por mucho que su señora las apreciara todas ellas sabían ocupar muy bien su lugar y brindarle el respeto que se merecía, Margaret las había formado para eso. Para la cortesana siempre estaría primero su sangre y luego las demás.

—No puedes culparlas.—jugueteó con la costura de su vestido.—Ninguna mujer decente llevaría una vida como la que yo tengo. La mayoría a mi edad ya están casadas y esperando a su segundo hijo.

El hombre suspiró.

—No quise decir eso.

—Pero lo pensaste.

Raphael se rascó la cabeza incómodo.

Sí, lo había pensado y no era la primera vez que lo hacía. Cada vez que veía a su señora poner su vida en peligro, lo pensaba. Las investigaciones no siempre resultaban peligrosas, pero cuando lo eran, él rogaba que Bleiston escogiera a alguien más para el trabajo. Lastimosamente Crystal y Damien solo se confiaban información importante entre ellos. Su señora era la mano derecha de Bleiston y era casi imposible que él la apartará de su lado.

—Tranquilo me gusta mi vida tal y como es y no pienso cambiarla.—le dedicó una media sonrisa que pretendía hacerle olvidar el tema, por difícil que sonara, lo consiguió.
Raphael se encogió de hombros en señal de rendición.

—Me alegro que así sea, mi señora.—musitó con calma.—Estoy seguro que Lady Alicia y usted congeniaran muy bien, he oído rumores que la condesa es una dama excepcional.

En verdad Raphael deseaba que la condesa y su señora entablaran una relación de amistad genuina. Crystal podía negarlo, pero él muchas veces sentía que necesitaba compañía femenina. La mayor parte del tiempo su señora se la pasaba rodeada de caballeros por los negocios que tenía que atender con Bleiston o sin él y cuando se topaba con las mujeres que conocía, todas le rendían pleitesía por la influencia de su madre. 

Apostando Por Tu AmorTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang