reencuentro

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Al sentarse, llevó su mano a su cabello tomando un mechón y enredándolo en uno de sus dedos, a veces lo hacía sin darse cuenta como en aquel momento, no era consciente de que se encontraba haciéndolo, solo sucedía cuando se encontraba tan perdido en su mente, pensando las cosas y pensándolas mil veces más.

Después de todo, Eric estaba en su cuarto hace menos de cinco minutos, se encontraba recostado en su cama, eso lo recordaba bien, recordaba haber tenido una confrontación con el novio de su madre pero antes de eso las cosas no eran bastante claras, recordaba caer contra una pila de nieve pero el cómo.

Se sentía como un sueño, aquello se hacía cada vez menos claro, las cosas comenzaban a volverse borrosas, como el dolor que había sufrido, se recordaba tirado en su cama, de eso estaba seguro pero no podía estar seguro de si había sucedido hace minutos, eso no tenía lógica porque acababa de salir de clases, no podía haber estado ahí entonces.

Eric llegó a una conclusión del porque aquel recuerdo de él en su cama, probablemente es de lo que más tenía ganas de hacer llegando a casa, solo recostarse, después de todo era su día libre en el trabajo, llegaría a casa, tomaría algo de comer y subiría a su cuarto enseguida encerrándose para evitar al nuevo novio de su madre.

—Que mierda de sensación—Pensó el joven después de un rato mientras veía la nieve que no dejaba de caer.

Recargó su cabeza hacía atrás y cerró los ojos para evitar quedarse ciego con la fuerte luz que iluminaba aquel lugar, a él y al otro chico, Alex, lo había visto al frenarse para refugiarse ahí en lo que la nevada pasaba, estaban a más de un metro uno del otro, pero eso no significaba que Eric debiera hablarle, después de todo le había arruinado lo que más había esperado de la clase de teatro con su llegada.

Podía mantenerse en silencio.

—Comenzó a nevar de pronto, ¿no crees? —Preguntó el chico, Eric sentía una mirada sobre él.

Clarissa una vez había descrito la clase de chico que Eric era al socializar con los demás, lo había dicho al inicio del verano cuando ambos estaban sentados en su cama.

—Amigo, a veces eres una completa perra—Sus palabras tan honestas siempre le recordaban porque su amistad funcionaba—, pero más con la gente que crees que se lo merece, como Billy Stone cuando dibujó un pene en tu pizarrón y causó tu enojo porque la profesora nos iba a mandar a todo el salón a detención pero preferiste decir la verdad—La chica había reído en aquel momento—. Mierda, Billy y los chicos de futball te dieron una paliza después de clases pero te dio igual terminar todo adolorido, digo, solo comenzó tu odio hacía los chicos de futball.

—Los odio desde el primer año cuando por su partido la audiencia de mi primera obra fue pobre porque tenían partido inaugural—Se había quejado.

Ambos rieron por aquello.

—Bueno, eres una perra, amigo.

—Vaya cuanto amor.

—Déjame continuar—Lo interrumpió la chica—. Pero también tienes tus momentos, ¿sabes? Siempre quieres estar con aquella apariencia del chico superior y con mejores sueños a todos porque se largará de este pueblo.

—Es porque lo soy—La almohada pegó directo en la cara del chico después de aquellas palabras.

—También siempre te la vives ignorando todo lo que pasa en la escuela y solo concentrándote en lo tuyo, pero también eres bueno, ayudaste a aquel chico que Billy había lanzado al suelo en aquella excursión al parque nacional.

—Nadie merece sufrir por ese pendejo.

—El punto es que puedes ser bueno, en la escuela pocas veces porque te sientes amenazado, pero cuando te sientes seguro, sacas el mejor lado de ti, el que es gracioso, sarcástico(siempre lo eres pero de manera menos atacante) y comprensible.

Desde lo más profundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora