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Notas:

• Si encuentran algún error, no mueran de cáncer, le estoy dando una segunda lectura y probablemente para mañana los corrija todos. Besos.

• Exceso de drama creo que me tomé demasiado enserio el tag hurt/comfort.

• Personajes algo OoC. Sorry.

•  Creo que nada más. Draco está loco. Pobrecito. Y le tomé cariño al headcanon que dice que al hacerse amigo de Myrtle en Sexto Año, la empieza a llamar por su nombre Elizabeth.

Una gota de sangre cayó al suelo de mármol emitiendo un leve chasquido, como el de una gota de lluvia que golpea el vidrio de una ventana en un día de tormenta. Luego otra. Y tal como lo hace la lluvia, la gota se convirtió en una seguidilla de varios puntitos escarlata que se estrellaron contra el blanco piso del baño clausurado de niñas del primer piso.

Octavo año en Hogwarts y Draco Malfoy se encontraba de pie, con la cabeza gacha y la nariz chorreando sangre en lugar de estar leyendo para el examen que tenía dentro de dos semanas. De no ser por los ruegos de Narcisa, Draco podría estar sangrando pero en el baño de su casa.

Su madre había insistido fervientemente en que el Malfoy menor acabara sus estudios ahora que tenía la oportunidad. Luego podría irse a continuar con su vida como quisiera.

La mujer prácticamente lloró cuando la carta de McGonagall llegó anunciando un nuevo curso en donde los que no tuvieron la oportunidad de seguir con sus clases normalmente por culpa de la guerra se puedan presentar a hacerlo.

El rubio accedió, su madre de cierta manera tenía razón. Sino terminaba de cursar, sus posibilidades de encontrar un trabajo y comenzar una vida nueva (o pretender hacerlo) iban a ser nulas. Por eso se encontraba en esos momentos allí, con el tabique roto y la cabeza baja frente a un espejo hecho trizas. El golpeteo de la sangre contra el mármol era acompañado por un lamento espectral.

Mientras Draco se hallaba desconectado de la realidad, una presencia paliduzca hizo su aparición frente a él sin dejar de sollozar.

— ¿Quién ha sido esta vez? —preguntó Myrtle con angustia.

El ojigris levantó la cabeza haciendo que el leve caudal de sangre dejara de gotear y se pegara a su rostro, bajando lentamente desde su respingada nariz hasta posarse sobre sus pálidos labios, repletos de grietas y costras producto de las constantes mordidas, para luego seguir hasta llegar a la punta de su afilada barbilla. Draco parpadeó y se relamió.

“La sangre posee altas cantidades de hierro, por eso tiene ese gusto a metal tan extraño” recordó la explicación que su amiga Pansy le había dado una vez cuando eran niños.

— Un Ravenclaw, quinto año. —contestó sin más, volviendo a pasar la lengua por sus labios.

— ¿Quinto año? Podrías haberle devuelto el golpe, aunque no sea una buena forma de resolver las cosas. —la fantasma se lamentó mientras se sentaba en el aire, simulando utilizar uno de los lavabos rotos como silla.

— De todos modos no habría servido de nada. Estaba con sus amigos y Flitch andaba cerca. —el peliplateado exhaló, volvió a inclinarse y el caudal escarlata reanudó el camino hacia sus labios. Se relamió nuevamente.

— Deja de hacer eso. —Myrtle hizo un puchero y con la voz quebrada añadió— Desperdiciando sangre en frente de alguien que ya no puede ni olfatearla no es algo muy considerado.

— ¿Y cuándo he sido yo considerado alguna vez? —Draco volvió a levantar la cabeza y con el dorso del brazo se limpió el rostro. Su camisa blanca ahora tenía una larga mancha carmín en la manga derecha.

Teen IdleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora