Comienza la mentira

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Alexander sentía que el cuerpo le pesaba, intentó abrir los ojos, pero una sensación de asco le recorrió la garganta, sintiendo como si la lengua se le quemara

—Por el ángel. —Se pasó el brazo sobre los ojos, esperando que la luz que parecía entrar a su cuarto desapareciese. —¿qué pasó?

—Buenos días dormilón. — Alec sintió que su corazón latía a mil por hora, abrió los ojos esperando que no fuese su imaginación la que le estuviese jugando una mala pasada, pero al acomodarse en la cama, justo en la puerta de su cuarto, Magnus Bane lo esperaba con una bandeja en las manos. —debes tener sed, bebiste mucho anoche...—el moreno había llegado hasta la mesita de noche junto a la cama, haciendo que solo en ese momento el de ojos azules notara la camisa que cubría el cuerpo del otro. —Ten bebé.

—Gracias... —Alec recibió el agua que el moreno le tendía, notando como Magnus acariciaba su pierna por sobre la sabana que lo cubría, solo para percatarse que estaba completamente desnudo. —¿Estoy desnudo?

—Claro...—Magnus dejó escapar una risita. —Es imposible que no lo estuvieras, luego de lo que pasó.

Alec miró confundido al moreno, recordaba haberse encontrado con Magnus en el parque cerca de su departamento, tenía el fin de semana libre y por eso había terminado por dar un paseo, luego de eso habían ido a comer y por unas bebidas, pero en algún momento de la noche, sus recuerdos se volvían borrosos.

—Yo...—Alec buscaba las palabras correctas, no podía recordar mucho, se movió un poco, llevando una mano a su cuello, notando como su piel se había puesto demasiado sensible. —Luego de fuimos al bar ¿qué ocurrió? — Miró confundido al moreno, esperando alguna explicación que fuera, si quiera un poco lógica para todo lo que estaba pasando.

—¿No lo recuerdas? — La sonrisa de Magnus desapareció rápidamente. — Vaya, que incomodo, no debes entender nada, será mejor que me marche. — Magnus se puso de pie, dando la espalda al joven, solo para dejar ver ante sus ojos, las marcas de besos que se dejaban ver en el cuello del mayor. — Lamento haber mal interpretado las cosas Alexander, fue un placer...

—No, espera...— Magnus sintió la mano del otro rodear su muñeca, obligándolo a girarse y volver a encontrarse con la azul y brillante mirada del joven. — Magnus, lo lamento, es que no tengo la mejor tolerancia al alcohol, pero si nosotros hicimos algo, si te obligue a hacer alguna cosa que no quisieras...

Magnus se giró y poniendo una mano sobre la mejilla del otro, simplemente sonrió. — No me obligaste a nada, fue maravilloso Alexander, después de tanto tiempo, jamás pensé que sintieses todo eso por mí, pero realmente, él estar contigo, se sintió maravilloso...— la distancia entre ambos, simplemente se acortó, haciendo que sus labios se tocasen, primero, en un beso suave, de movimientos torpes por parte de ojiazul, quien trataba de seguir al moreno.

Alexander levantó las manos, tomando la nuca de Magnus y llevándolo suavemente sobre la cama.

Poco a poco tomaron distancia, de una manera suave, lenta, sin emitir ningún sonido, como si cualquier ruido, palabra o acción, terminase por romper el ambiente, que ahora maravillosamente se había formado entre ellos.

Se acomodaron sobre la cama, sonriendo. —Lamento no poder recordar, por el ángel, desee tanto esto y ahora no puedo recordarle.

—No hay necesidad de sentirse mal Alexander, siempre podemos repetir...—Magnus se acercó besando los labios del ojiazul, mordiendo suavemente los labios del más alto. — Será mejor que desayunes, debe dolerte la cabeza.

Alexander asintió, alejando un poco las manos del musculado cuerpo del bailarín. — ¿Te irás? —habló al ver como él otro se alejaba.

—Sigo desnudo, por si no lo notaste. —Magnus dejó escapar una risita, mientras las mejillas de Alec se coloreaban. — tomaré prestado tu baño, necesito una ducha.

Alexander sonrió, si eso era un sueño, lo que menos quería era despertar.

Por su parte Magnus, cerrando la puerta del baño a sus espaldas, dejó correr el agua de la ducha, cuando las náuseas lo obligaron a inclinarse sobre el inodoro, apoyando una de las manos sobre su vientre, esperando que el sonido del agua cubriese el de sus arcadas.

Unas lágrimas escaparon desde sus ojos, se puso de pie, apretó sus manos contra su vientre. — Siento mucho lo que estoy haciendo, pero no te dejaré en la calle bebé, haré lo que seas por que estés bien.

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