P R E F A C I O

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OCTUBRE, 1963

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OCTUBRE, 1963.
SIBERIA, RUSIA DEL ESTE.

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ERA CONSCIENTE que llevaba mucho tiempo en ese lugar, pero continuaba sin conocer su ubicación

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ERA CONSCIENTE que llevaba mucho tiempo en ese lugar, pero continuaba sin conocer su ubicación. Había tratado todas las maneras posibles de escapar, la celda era oscura, húmeda y espantosa, cuatro paredes la rodeaban con la ventana más pequeña del universo, apenas y se podía visualizar hacia el exterior, ya que, quedaba alta, la puerta era de un grueso material y no se movía ante sus golpes, por más fuertes que estos fuesen.

También sentía su cuerpo, traicionándola. Era como si su fuerza se estuviera drenando o conteniendo... algo le habían inyectado durante todo ese tiempo, la estaban manipulando a su antojo las personas que la tenían retenida.

Todos los días la arrastraban desde su celda hasta casi el otro extremo del lugar, donde la ataban a una especie de silla reclinable y una máquina le rodeaba sus sienes. Parecía como si esa cosa le hiciera olvidar poco a poco quien solía ser.

Con el pasar del tiempo sus memorias se volvían más difusas.

No sabía si era su imaginación o si era algo real. Repetía en sus momentos de soledad dos palabras: Asgard y Nidavellir. Parecía ser que estaba regresando a su hogar, cuando fue emboscada, una bruma negruzca la cubrió y recibió cuantas descargas de una especie de lanza que desprendía energía azulada, pero también había una criatura con habilidades mágicas, quien la inmovilizó y otra criatura extraña, alta y fornida le inyectó algún líquido, que al parecer debilitó sus poderes.

La castaña era un pobre lastre, en una esquina de la reducida celda, aquella imponente guerrera quedaba en el olvido cada día, mes y año que pasaba.

Dudaba de su mente, su fuerza se contenía y ellos tendrían éxito muy pronto.


Se puso alerta al escuchar al escuchar pasos acercarse.

Probablemente, eran los guardias que de mala gana le dejaban una bandeja con comida y se iban.

Continuaba fingiendo no entenderles, su marcado y pesado acento ruso, era inconfundible. Aún así, no sabía con exactitud, no confiaba en ella misma. Podía estarse imaginando cada cosa que venía a su mente, por más confusa e imposible que fuese.

HUNTER QUEEN | steve rogersWhere stories live. Discover now