Capítulo 27

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Javi

Sofía entra en la habitación y en cuanto me mira, lo veo todo claro en sus ojos. No puedo evitar que una punzada descorazonadora me invada el pecho

Es tan transparente a mis ojos...me pregunto si Álvaro también es capaz de apreciarlo.

—Lo siento, he sido la peor ex en la historia de las ex —me dice, justo antes de envolverme con un abrazo.

Me aprieta fuerte contra ella, y aunque al principio me muestro reacio a devolvérselo, termino haciéndolo.

—Perdón, te lo digo de corazón —susurra, y entonces vuelvo a sentir a la Sofía de la que me enamoré aquel verano. La chica pelirroja que rechazaba a los chicos porque decía que si no sentía una conexión especial no merecía la pena darle una oportunidad.

El silencio ahora mismo es desolador, me siento atrapado entre estas cuatro paredes y siento que en cuestión de segundos voy a echarme a llorar.

Ambos nos separamos y nos miramos a los ojos.

—Siempre vas a ser una persona especial para mí, Javi —me dice la pelirroja con total sinceridad—. Espero que seas feliz, y ojalá en algún momento yo pueda formar parte de esa felicidad, aunque sea como amiga.

Sin darme tiempo a contestar, Sofía sale disparada por la puerta. En realidad agradezco la rapidez porque tampoco sé que decir. Lo único que puedo afirmar es que me siento abrumado, un dolor punzante se ha instalado en mi pecho impidiéndome respirar con normalidad y las lágrimas caen por mis mejillas sin parar.

No siento el impulso de ir tras ella porque sé que es definitivo, es nuestro final.

Tampoco siento la necesidad de tirar cosas ni romper algo, simplemente me siento como puedo en la cama y lloro en silencio.

Siento que la habitación cada vez es más pequeña, pero salir no es una opción porque no me apetece recibir miradas de lástima ni dar explicaciones a nadie.

La puerta se abre y ni siquiera me sale decir un "lárgate de aquí", estoy completamente bloqueado ahora mismo. Levanto la mirada hacia la persona que está parada frente a la puerta y me limpio las lágrimas con rapidez.

—No te molestes en fingir, no conmigo —me dice David, adentrándose en la habitación y cerrando la puerta—. Haría un comentario propio de mí en plan "no se llora por tías", pero estás jodido y no es el momento —comenta.

Mi amigo consigue sacarme una ligera sonrisa.

—Yo no sé dar consejos así que lo único que puedo ofrecerte es un hombro sobre el que llorar y desahogarte —añade, sentándose a mi lado.

Y eso es suficiente para mí, más que suficiente

David se queda en silencio a mi lado, y no es incómodo, sino todo lo contrario. Lo miro de reojo y en el fondo me siento un poco más aliviado por no tener que pasar este mal trago yo solo.

El rubio es buena persona y, desde luego, tiene un corazón que no le cabe en el pecho. No sé porqué se molesta tanto en ocultar la gran persona que es, prefiere camuflarse debajo de una persona superficial, arrogante e inmadura.

Siento que el cansancio de tanto llorar me empieza a pasar factura y no reprimo el impulso de tumbarme en la cama. Cierro los ojos y rápidamente el sueño me invade.

No sé cuanto tiempo pasa, pero me despierto con un tremendo dolor de cabeza y unos murmullos en la puerta. Me incorporo despacio por el bien de mi cabeza y me froto los ojos antes de enfocar la vista.

Atrévete ConmigoWhere stories live. Discover now