Capítulo Tres

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III

Frey

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No era mucho lo que Charis sabía de Wakanda, porque poco se hablaba de ese lugar siempre. Todos sabían en SHIELD que herramientas de trabajo especial, como el escudo del Capitán América o el gran brazo del Soldado del Invierno, estaban hechos de vibranio, el mineral más fuerte y extraño que habita el planeta; Y que justamente, este país era dueño de la mayor parte de ese extraño componente natural. De manera internacional, se conocía a Wakanda, hace no mucho, como un país tercermundista cual requería ayuda humanitaria al igual que Burundi. Pero eso cambió, luego del atentado terrorista en Viena, donde el hijo del rey T'Chaka presenció en carne y hueso la muerte de su padre. Todo el mundo se enteró meses después de que Wakanda no solo era un país liderado por la extraña Pantera Negra que todos vieron pelear en distintos lados del mundo.

Pero ella conocía otra historia, una que le habían contado como si fuera un cuento de hadas, hace mucho tiempo.

— ¿Qué libro me leerás ahora, mami? —preguntó encantada Ris, cuando solía ser una pequeña niña. Ella tenía la costumbre de pedirle a su madre cada vez que ella volvía de una misión, que le leyera uno de los libros que esta coleccionaba.

Su madre, Holly Riley, en aquel momento, quería compartir lo que había descubierto en Tanzania con alguien que la entendiera, como su hija lo hacía. Lo dudo por unos segundos, porque sabía que no era correcto divulgar estos tipos de hallazgos a cualquier persona, pero su hija, de tan solo nueve años, no solo podía entenderlo mejor que nadie lo que estaban a punto de contarle, sino también que guardaría el secreto hasta el día de su muerte.

— Sabes, encontré un estornino soberbio en mi viaje... —comentó encantada Holly, quien se sentó a un lado de la cama en donde Ris ya se encontraba acostada con su pijama puesto—. ¿Escuchaste hablar de esos pájaros?

— ¡Muéstrame una foto! —pidió ya la niña totalmente fascinada por lo que se aproximaba. Su madre no tardo en sacar su teléfono inteligente del bolsillo y mostrarle una extraordinaria foto de una pequeña ave azul y naranja, quien posaba en un árbol junto a su padre.

— Los estorninos, Ris, son pájaros muy parlanchines y chismosos —aseguró la madre de la joven mientras observaba como su hija aún se contaba fascinada por los hermosos colores que la pequeña ave poseía—. Y hoy me contaron sobre una ciudad llamada El Dorado.

— ¿El Dorado?

— Una ciudad en donde el hombre no le teme a la guerra, y busca ocultarse de los malos, para proteger a las familias que viven ahí. Pero no es una ciudad como las demas, amor... —explicó su madre con asombro—. Las personas que habitan allí son muy inteligentes. Tanto, que este lugar es como del futuro, ya que tienen transportes voladores, medicina avanzada, escuelas super geniales.

— Y si son tan geniales, ¿Por qué se ocultarían si no tienen nada que perder? —preguntó con el ceño fruncido la nena de nueve años, quien parecía cuestionarse cosas que ni siquiera un adulto hacía.

Holly no pudo evitar acariciar el rostro de su hija, una viva copia de su apariencia, y retirarle uno de los mechones rubios que colgaba de su frente.

— En el mundo hay gente mala que siempre buscará herir a la gente buena, cariño.

Y Charis nunca había creído en la historia de su madre, hasta ese día, en donde, desde el asiento delantero de una extraña nave que parecía hasta alienígena de lo avanzada que era, podía admirar una hermosa ciudad con rasgos dorados y edificios altos de arquitectura tradicional africana. Grandes trenes se deslizaban a gran velocidad por las calles, mientras que más de una nave voladora se desplazaba por los cielos, como si de algo rutinario tratara. La boca de Ris se abrió de manera intencional, y dejo escapar un leve suspiro de esta, dejándose sorprender por lo que sus ojos veían, sin poder aun creer en la situación en la que se encontraba.

Natural | Black PantherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora