Capítulo Veintiocho

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—Ah, ah...

Ella conocía, a la perfección, esa sensación. Sakura Haruno ya había corrido con desesperación hacia el hombre de cabellera oscura, por el objeto de detenerlo, aunque también de protegerlo. Él no había sido el único, pues en su sueño, ella era consciente de que esa costumbre también incluía a Naruto, como el objeto de su terror. Así que, Sakura corría, con la sensación de que todo sucedía en cámara lenta, y con la dificultad que le ocasionaban las prendas pesadas y abundantes que vestía. Él estaba dándole la espalda a ella y, de alguna forma, ella sabía que estaba en peligro. No podía detener su cuerpo. No quería hacerlo. Necesitaba, en cuerpo y alma, alcanzarlo, motivo por el cual sus manos se aferraron a las telas elegantes que la vestían, empuñando y levantando la falda de su kimono que tanto le estorbaba. Su cuerpo estaba frío, en la pena. Si tan solo pudiera llegar a tiempo... si pudiera detener esa atrocidad.

—Ah ~

Emitió un jadeo, que era de alivio sincero, y no pudo verle el rostro de inmediato. Su rostro terminó hundido en el pecho fuerte de ese hombro, mostrando un repentino aletargamiento, mientras sus manos delicadas ahora se sostenían de la ropa de él. Si Sakura no hubiese aferrado a ese hombre, él la habría esquivado su intento de protección, y todo terminaría como ella no deseaba que sucediera. De cualquier forma, había logrado sentir calor al fin, invadiéndola desde su pecho, pero ahora tenía sueño. Le pareció que la vista se le confundía, así que alzó la mirada, para asegurarse de que él estuviera bien. Se encontró, entonces, dos ojos rojos abiertos a más no poder, alarmados y sorprendidos, así que sonrió. Ella había cumplido con su misión. Lo había alcanzado antes que la flecha, no importándole demasiado que esta atravesara su pecho, pues podía tenerlo entre sus manos, una vez más. Lo revisó, velozmente, aunque se sentía mareada. Le pareció que caía sobre él, pero sus manos fuertes la sostuvieron, y terminaron de esa forma, mirándose el uno al otro al rostro. Ella estaba segura de que él le hablaba, pero no escuchaba muy bien.

—[...] Hi... Hime —la llamaba a ella, y lo sabía—. ¡Sa... [...] me! —sin embargo, no podía prestarle demasiada atención, su sentido del oído iba y venía—. ¡Saku...! —y seguía igual, hasta que él sacudió su cuerpo, tomándola por los hombros—. ¡HIME!

—Ah —una sonrisa, repleta de alegría, se formó en su rostro—. Mi querido, querido [...] —no pudo escucharse a sí misma—. Me alegra que estés bien...

—Tu kimono —empezó él, alterado—. Hime... tu kimono está manchado. ¿Qué estuviste comiendo para mancharlo así? —estaba claro, que no se prestaba a la realidad, en ese momento—. Te llevaré de regreso, donde podrás vestirte con otro de tus atuendos. ¿Qué es esto? ¿Dónde estuviste metida? Tienes una... rama —su mano temblorosa se aproximó a la flecha, y ella se rio bajo.

—Voy a encontrarte de nuevo —aseguró, para acariciar su mejilla—. Solo quiero un último beso... así, no importa donde estés. Prometo que te encontraré, con un beso...


Capítulo Veintiocho: Los Fantasmas de los Días Pasados


—Tuve un sueño extraño —el día siguiente, Sakura se reunió con Karin, Sasuke e Itachi, en casa de la familia de la pelirroja. Ellos le prestaron especial atención, ahora que cada quién tenía su bebida caliente, pues les intrigaba que ella pidiera su tiempo.

—Con "sueño extraño", ¿te refieres a un episodio? —preguntó, Karin, mientras encontraba un espacio en su habitación, junto a ellos.

—No estoy segura de que haya sido un episodio.

—Sin embargo, crees que está relacionado con todo nuestro "predicamento" —argumentó, Itachi, mientras sostenía su taza de café—. No nos habrías traído, de lo contrario.

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