Pesadillas: Cuadros

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Entré a ese lugar, tenía claro que allí pasaba algo, pero no sabía muy bien el qué. Ese lugar era una biblioteca muy extraña, tenía cafetería y una extraña sala de cuadros alejada del resto. Llegué allí sola dispuesta a averiguar que pasaba. La bibliotecaria me llevó a la sala y junto a nosotras se unió una chica, ella también interesada en descubrir los secretos de esa sala, pero como mucho podría esconder el secreto de como fueron pintados los cuadros ya que nada extraño sobre salía.

-No parece haber nada raro -Comentó la muchacha. La bibliotecaria sin embargo se mantenía un poco alejada, y aun así curiosa. Estuvimos un buen rato observando los cuadros.

-¿Qué es esto? -No notamos que el tiempo se esfumó en menos de lo que canta un gallo. La sala empezaba a oscurecer y no lo habíamos notado, sin embargo, unas extrañas personas aparecían en los cuadros.

-¿Llevan linternas? -Preguntó la chica mirándome. Las dos estábamos desconcertadas, pero no tanto como deberíamos. La curiosidad empezó a aumentar y tuve el arrebato de querer tocar los cuadros, alcé la mano para acariciar la pintura de uno, pero un bolígrafo me lo impidió. Nos cayo un boli en la cabeza cuando intentábamos tocarlo.

-¿¡Pero qué!? -Me dio una sensación de angustia que se la llevó las luces. Mi familia estaba aquí.

-¡Te estábamos buscando por todas partes! -Mi madre me sacó de la ensoñación. Me estaba gritando muy enfadada. Mi abuela la acompañaba y mi hermano también. Los seguí a regañadientes a la salida dejando atrás la sala de donde no habían salido ni la chica, ni la bibliotecaria. El pasillo a la salida se me hacía eterno cuando empecé a escuchar gritos que parecía que solo podía percibir yo. Corrí de vuelta a la entrada de la sala, viendo algo realmente aterrador. La bibliotecaria aguantaba a la chica y la chica corría en el aire queriendo huir. Ninguna de las dos se podía salvar. Estaban suspendidas en el aire siendo rebanadas por miles de manos, oscuras como el infierno, que salían de los cuadros. Sus ojos eran cuencas oscuras, no podía apartar la vista, escuchando sus gritos desgarradores.

-¿¡Que le pasa!? -Me zarandeaban- ¡Reacciona! -¿No lo veían? Menos mal... Esos cuadros... Son terriblemente aterradores.

Pequeños cuentos, pequeñas historias.Where stories live. Discover now