En la fría luz de la mañana

En la fría luz

En la fría luz de la mañana mientras todos bostezan
Tú estás drogado

Un leve zumbido en mis tímpanos comienza a despertarme, frunzo el ceño ante la incomodidad de aquel sonido. Parpado lentamente tratando de alejar unas pequeñas lágrimas que poco a poco se derraman en mis huesudos pómulos hasta llegar al mohoso y pestilente colchón de donde me encuentro, mi vista se nubla mientras sigo parpadeando; observando el techo como si fuera lo más interesante del mundo.

—La pintura se está cayendo—susurro a la nada. Desorientado. El color del techo era blanco al principio, ahora esta mezclado de suciedad y otras porquerías que aún no sé cómo habrán llegando ahí. Al levantar mi brazo algo me detiene, entrecierro mis ojos para poder ver mejor ya que aún mi vista se encuentra borrosa. Observo con determinación tres piquetes rojizos en él, ¿Debería espantarme? Creo que no, aunque sí enojarme por el idiota que haya hecho aquello.

—Imbécil—me insulto, por dejarme hacer esto.

Dejo caer mi brazo a mi lado, observo a mi izquierda, la tenue luz que se deja ver entre las cortinas es blanca, fría. Es lo único que ilumina este cuarto sin vida.

Trato de levantarme de donde estoy, mi cuerpo no quiere obedecer. Ése estúpido zumbido me está provocando migraña. Nuevamente trato de sostener mi peso con mis codos en el colchón más sin embargo vuelvo a caer produciéndome sacar un jadeo gutural, mi corazón se siente agitado como si hubiera corriendo kilómetros, ¿desde cuándo me ha costado siquiera levantarme? Al no poder hacerlo tras varios intentos, ruedo a mi derecha con un sobre esfuerzo dejándome caer en el suelo polvoriento, mi pecho sea golpea ante la caída provocando dejar un suspiro, el polvo vuela ante mi aliento, ¿qué está pasando? El zumbido aún no se va de mis tímpanos.

En la fría luz de la mañana la fiesta se pone aburrida
Tú estás drogado

Recuerdo los manchas rojizas que están en mi brazo, lo que me habrán metido no es ningún misterio que resolver, puedo saberlo de ante mano. Inhalando aire y reteniéndolo, mis débiles brazos se apoyan en el asqueroso suelo, tiemblan, me duele. Mis rodillas por fin me sostienen, mi corazón empieza a agitarse aún más causando un sudor frío en mí. Después de unos minutos logro sostenerme con mis pies pero de inmediato llega un mareo, mi vista sigue siendo borrosa que apenas puedo mantener mis ojos entreabiertos.

Una acidez se presenta en mi garganta, después arcadas, camino hasta el baño tropezándome con los objetos que hay en el suelo.

El leve zumbido se intensifica, como un silbido.

Llego hasta el lavamanos, soltando aquella acidez que desgarra mi garganta. Mi cabello se desliza hasta mi rostro uniéndose con el vómito esparcido. Apoyo la palma de mi mano izquierda en el espejo roto enfrente de mí al terminar de expulsar todo aquello, no observe como era el vómito; no podía, no quería.

Levanto mi rostro hasta verme en el espejo. Primero una mueca de sorpresa se posó en ella, después se deforma hasta mostrar un rostro lleno de lágrimas que en segundos se convierte en un llanto desgarrador.

Mirando fijo en los espejos una cara que no reconoces

¿Dónde quedó aquel patinador multitalentoso, ganador de una medalla de oro?

《Estás borracho, enfermo de la mierda y droga.》 Recuerdo cuando Victor, aquel viejo calvo me lo grito en la cara al haber golpeado a Yuuri. Recuerdo que ellos eran los primeros en apoyarme, en cada decisión que haría ellos estaban ahí para aconsejarme—aun cuando fingía que los odiaba—. Ya no más. Cortaron toda comunicación conmigo hasta cambiar.

Mi cabello está arruinado, mis hebras que alguna vez fueron doradas llenas de vida no lo son más, tan sólo un amarillo pálido y enfermo está presente ahí. Tomo un mechón entre mis dedos que al primer jalón, se desprenden. Se siente áspero, hosco, lleno de vómito y con olor a tabaco barato. Recuerdo que sólo me lo dejaba hasta los hombros, ahora está a media espalda.

Mis ojos, anteriormente llenos furia y determinación, de orgullo... como la mirada de un soldado, con una valentía de querer derrotar a todo aquel que se presentase. Ya no más. Aquel tigre de hielo fue derrotado, dejándolo tan débil. Tan vacío que apenas puede mantenerlos entreabiertos.

Es un perdedor

Separo con lentitud la palma de mi mano dejándola caer aún sin parpadear, doy tres pasos hacia atrás para observar a detalle lo que queda de mi cuerpo.

Y que hablar de mi rostro, llenos de ojeras totalmente oscuras, pómulos huesudos, completamente pálido de un tono preocupante, mis labios agrietados, mi nariz comenzando a sangrar hasta gotear en el sucio azulejo... Mi cuerpo antes lleno moretones que me enorgullecían al estar entrenando, ahora solo está sucio, marcado por tantos.

Un pecador

Un macho en un disfraz de vibrador 
En la fría luz

El mareo se intensifica y junto con él el zumbido en mi cabeza, retrocedo de aquella imagen que me otorga el espejo tratando de sostenerme con algo a mi alcance, mis dedos se aferran a la cortina del baño, se desprende ante el peso mío y caigo rudamente al suelo. Está haciendo frío.

Silbando, Silbando

《—Beka, no importa que pase... sólo no me dejes solo en esto.》

Silbando, Silbando

《—Por favor, no pueden dejarme.

— ¿Es toda esa mierda o nosotros?

Mis labios temblaron al verlos marchar sin decirles aún nada, aún sin moverme. 》

Silbando, Lejos

—Y estoy tan asquerosamente asustado— comienzo cantar susurrando en los azulejos, mirando fijamente a la ventanilla que hay, el aire que entra es frío— de morir... sin ti.

¿Es demasiado tarde para poder rogar ayuda?

Mi vista se nubla.

Mi mente sólo puede visualizar a todos aquellos que eran mis amigos, ¿cómo estará Potya?...

—Y no mientas, no mientas...—pero principalmente a Victor, Yuuri y Beka— sé que estamos hechos para morir.

El zumbido se intensifica, mis ojos derraman las últimas lagrimas que querían salir.

En la fría luz del día.

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Canciones de inspiración:

[ Corpse Roads - Keaton Henson ]

[ In The Cold Light In The Morning - Placebo ]

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Muchas gracias por leer. ♡