Para mi la felicidad sos vos

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Miercoles 3:00 am. Gabriel daba vueltas en la cama, mientras miraba a su amante dormir plácidamente. Tendría que sentirse feliz después de haber hecho el amor con él reiteradas veces, pero había una motivo que lo dejaba intranquilo, su novia, Antonella.
Hace un par de meses había comenzado lo que el creía una aventura con su compañero de actuación Renato, pero con el tiempo ese deseo que sentía por él, se fue convirtiendo en amor. Lo que comenzó jugando, terminó gustando, y ya no podía negarselo más, estaba enamorado de Tato. El amor que sentía por él era tan inmenso que no podía permitirse tratarlo como si fuera sólo un pedazo de carne. Tampoco podía permitirse seguir engañando a Antonella, porque después de todo la quería, no la amaba como a Renato, pero sí sentía aprecio por ella, y no se merecía ser engañada así.
Se giró mirando al pequeño, que tenía una sonrisa en dormido, le acarició el rostro, y automáticamente se le aguaron los ojos ¿En qué momento había caído en sus encantos? Tanto lo amaba, que sentía que se le salía el corazón del pecho. El más chico abrió los ojos — ¿Qué haces despierto amor? — preguntó. — Te miro, sos hermoso Tato — dijo con una sonrisa — ¿Y por qué lloras? — indago, mientras fruncía el seño. — Porque estoy muy enamorado de vos — contestó. — Yo también estoy enamorado de vos Gabi — dijo, regalandole un beso en los labios
— Vamos a dormir ¿Si? — el mayor sólo hizo caso, levantando un brazo, para que su amado se acomode entre él y su pecho. Cerró los ojos, y se durmió, pensando en lo enamorado que estaba, y en lo poco que le faltaba para ser completamente feliz.

Se despertó mientras sonaba Spinetta, automáticamente se le formó una sonrisa, el flaco era señal de que Renato estaba en su casa, y nada lo hacía más feliz que eso. Se fijó el reloj 11:00 am. Se levantó, se puso un short de boca, una remera blanca, y unas pantuflas. — Buen día amor — saludó mientras veía como el menor estaba cantando, simulando que la escoba con la que estaba barriendo era in micrófono. — Hola mi rey — contestó, dándole un beso corto en los labios.

— Gabriel: ¿Te levantaste hace rato?
— Renato: A las 9:00 am. No te desperté porque estabas durmiendo tan tranquilo, parecías un angelito.
— Gabriel: ¿Te quedas toda la tarde conmigo hoy?
— Renato: ¿En serio?

La carita del menor se iluminó cuando escuchó esa propuesta.  — Es que pensé que hoy venía… bueno… ella… — Gabriel pudo notar como esa luz fue automáticamente reemplazada por una expresión de tristeza, se sintió totalmente culpable. — Veni — le dijo, estirando una mano, la cual fue correspondida por su amor. — Tato, yo te amo ¿Sabes? Te quiero pedir perdón por ser tan cagón, por no jugarmela, pero te juro que pronto esto se va a terminar, y vamos a ser felices completamente, porque para mi la felicidad sos vos, somos esto que logramos formar en tan poco tiempo. Nunca sentí esto, y si bien me da miedo, sé que estoy enamorado de vos, y me encanta saber que ese sentimiento lo descubrí con vos. — el más chico lo miraba completamente embobado, la luz había vuelto. — Te amo mucho Gallicchio — dijo para luego besarlo y abrazarlo.
Estuvieron toda la tarde juntos, mirando una serie que habían comenzado hace poco. Se encontraban abrazados en el sillón, cuando el timbre sonó. Renato tragó saliva con preocupación, sabía que era ella.
— Me voy a la pieza, cuando se vaya me avisas — dijo sin ganas, con la cabeza gacha. Se paró, pero la mano de Gabriel lo detuvo — No Tato, te quedas acá, no te escondes más. — dijo. El menor no entendía bien que pasaba, pero le hizo caso. El rizado se levantó y abrió la puerta — Hola amor — dijo Antonella, queriendo darle un beso, el cual Gallicchio esquivó. El semblante de la chica cambió completamente en cuanto vio a Renato sentado en el sillone.

— Antonella: Ah, hola Renato.
— Renato: Hola.
— Gabriel: Veni, vamos a la habitación, tengo que hablar con vos.

Tato vio como los dos desaparecieron tras la puerta, y se quedó pensativo.

— Antonella: ¿Qué haces él acá?
— Gabriel: Se quedó a dormir, y le ofrecí ver una serie juntos.
— Antonella: No entiendo.
— Gabriel: No Anto, entendes muy bien, lo sé, lo sabes, no te hagas la desentendida.
— Antonella: No entiendo a que queres llegar.
— Gabriel: ¿No te parece que estamos grandes? No nos podemos seguir mintiendo así, yo te quiero, pero no te amo. Yo lo amo a él.

El rostro de la chica se deformó completamente por la bronca y dolor que estaba sintiendo. Ella sabía, sabía pero no quería aceptarlo.

— Antonella: Entonces ¿Me estás dejando?
— Gabriel: Me parece que hace rato que nos dejamos los dos. Vos no sos la misma, y obviamente yo menos. Todo éste tiempo quise negarme a mi mismo lo que siento, lo que soy, pero ya no. No quiero seguir lastimandote, ni a vos, ni a Renato.

La morocha, salió de la habitación, sin mediar palabras con el rizado, dirigiéndole una mirada al menor. — Cuidalo — fue lo único que le dijo.
Tato no quería ilusionarse, pero eso sólo podía significar una sola cosa. Se dio la vuelta y vio como Gabriel estaba apoyado en el marco de la puerta, con una sonrisa. — Gabi, vos la… — lo interrumpió
— La dejé Tato, ya está — el menor automáticamente se levantó y fue caminando hacia él, para colgarse del cuello y llenarlo de besos chiquitos por toda la cara. — Te amo — repetía una y otra vez. — Vamos a sentarnos, tenemos que hablar. Yo también te amo. — hizo caso, y fue al sillón.

— Gabriel: Sabes que te amo, supongo que no hay nada nuevo que pueda llegar a decirte, excepto una cosa.

El menor lo miró intrigado.

— Gabriel: Renato Quattordio ¿Queres ser mi novio oficial?
— Renato: Es lo que más quiero en el mundo.

El rizado lo besó, y lo levantó en sus brazos. Ninguno podía dejar de reír. Al final sí era como decía Gabriel, la felicidad era eso, ser libres, poder decirse cuando se aman, sin necesidad de hacerlo callados. La felicidad eran ellos.

Fin

One shots || Quallicchio y BlasniorWhere stories live. Discover now