Parte 4

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Una vez que los dos se recuperaron de el orgasmo que acababan de tener, Gabriel por fin habló — Wow, eso fue... fue de lo mejor que viví — Tato sonrió, satisfecho con lo que había logrado — Lo mismo digo, ni pareces primerizo, ricitos — una vez terminada la oración, se levantó de la cama, colocándose los boxers, el mayor lo miró intrigado — ¿Qué haces? — preguntó. — Mira Gabi, la pasé genial, pero a mi no me gusta estar más de dos veces con la misma persona, así que me gustaría que te vistas y vayas a tu casa — dijo. Gallicchio quedó impactado, le había pedido que después de haber tenido relaciones, se vaya de su departamento. Bueno es que en realidad ese era su papel, él era el que alejaba a una chica después de tener sexo. Sin decir ni una sola palabra, se vistió, tomó sus cosas y se fue.

Condujo hasta su casa totalmente en silencio, pensativo, ni siquiera había puesto música. Una vez que llegó a su hogar, miró la hora, 5:00 am. Se tiró en la cama, pero la voz de Renato, gritando su nombre, no lo dejaba conciliar el sueño. Cuando menos se dio cuenta ya tenía una erección, sí, solo con pensar en el menor, ya estaba excitado. Tomó su miembro, mesajeandolo, mientras recordaba los ojos de Renato, mirándolo fijamente cuando se la chupaba. Se corrió en su mano, gimiendo el nombre del chico alto de piernas largas.

¿Qué le pasaba? Ni el lo sabía, era la primera vez en 27 años que sentía atracción por un hombre, aunque quizás esto era más que atracción, no podía negarlo, le gustaba.

Durante toda la semana, espero ansioso a que sea sábado, para volver a ese lugar, y verlo mover las caderas al ritmo de la música. Parecía un nene emocionado porque llegue el fin de semana, para por fin ver a sus amigos.

Viernes por la noche, sus amigos le insistieron para salir y el aceptó. Fueron a un boliche que solían visitarlo seguido, pero Gabriel estaba en otra, un montón de chicas se le acercaban, él las rechazaba, ya que no podía dejar de pensar en Renato. Y en eso se basó la noche, mujer que se acercaba, mujer que era alejada por el rizado. ¿Se estaba volviendo loco? se preguntaba una y otra vez. Era increíble el impacto que había tenido Tato en su vida.

Por fin sábado, Gabriel salió del trabajo, fue a su casa, se bañó y salió rápido para por fin encontrarse con el chico. Fue uno de los primeros en entrar al lugar, un par de hombres se le acercaron, buscando llevarlo a la cama, pero él sólo estaba ahí por una sola persona, y esa persona estaba en la tarima, ésta vez con unos shorts rojos y tiradores con el color de la bandera lgbt. En cuanto hizo contacto visual, una corriente recorrió su cuerpo.
Se acercó lentamente, viendo de cerca como movia el culo al ritmo de Lady Gaga. Le dejó un billete de doscientos pesos en el borde del short, rozandole el bulto, Renato sonrió viendo como se alejaba.

Luego de que el trabajo del menor terminó, se acercó al otro chico, que estaba en la barra. — Hola señor Conde — le dijo en el oído, causando que la piel se le erizara — Bello — contestó, queriendo darle un beso en los labios, el cual fue esquivado — Sh, sh, te dije que no repito Gabi — habló, y la cara de rizado cambió por completo. Tomó su saco y salió del lugar, ignorando los gritos del chico, que no dejaba de llamarlo.

Cruzó a un bar que estaba en frente, pidió un trago muy fuerte, quería olvidarse de que había sido rechazado, y sobre todo quería olvidarse de Renato, ya que lo estaba volviendo loco, no salía de su cabeza en ningún momento.

Dancing in the moonlight { Terminada }Where stories live. Discover now