Capitulo 5

3.1K 252 125
                                    

—¿Te comió la lengua el gato?

—Eres imposible. —no podía creer lo que me acababa de decir «¿Diosa esta es una de tus pruebas, verdad»

—¡Claro que no Miss Universo! ¿Te imaginas? Si hubiese más como yo, perdería mi estilo único.

—Agh, serias perfecto si solo no abrieses la boca. —murmure acomodándome entre mis sabanas— ¿Estás seguro de que no necesitas lentes o... buscar el tornillo que claramente se te zafo?

—Como quieras precioso, estaré en la habitación de armas por si reconsideras la oferta. —salió de la habitación meneando sus caderas con la gracia y seducción felina que le caracterizaba, hasta ahora.

Me levante con las sabanas alrededor de mi cuerpo y camine hacia el-  anteriormente me había mencionado que era el- closet, todo esto tenía que ser una jodida broma.

En cualquier momento saldría alguien detrás de alguno de los finos muebles de la habitación y me gritaría “¡Caíste!” Como en esos programas de bromas que salen en la televisión que a veces veo cuando no hay mucha clientela, no soy partidario de la televisión porque prefiero leer pero... ¡Ugh! Demonios estoy divagando de nuevo.

Gire la perilla de la puerta y entre a otra habitación, podría decir fácilmente que esta era más grande que todo mi departamento aunque en realidad todo era más grande que la pieza que yo tenía... Tenía, porque, según el castaño ya no me quedaba nada.

El cuarto era de lo más elegante con un papel tapiz de color dorado y una araña de gotas de cristal exquisitamente delicadas en palo de rosa que decoraban todo como una lluvia de cristales, muy glamuroso y elegante.

Debía admitirlo, tenía muy buen gusto.

Al fondo había un sillón rojo de terciopelo con un solo brazo y un par de cojines al igual que en el centro una especie de banquillo redondo esponjoso como de esos en los que te sientas cuando vas a la zapatería y en ambas paredes estaban repletas de ropa, tanto colgada como un par de cajones en donde de seguro estaría el resto y en un exhibidor giratorio se encontraban los zapatos que se mostraban desde tenis, sandalias, toms, hasta botas y de los más formales, de colores variados y en una esquina de la habitación opuesta a donde se encontraba el sillón una serie de tres espejos en los cuales te admirabas cuando subías a la pequeña tarima que poseía.

Era completamente mi vieja vida, no lo negare, y sé que es pura cosa material y superficial pero... Me gustan los pequeños lujitos que a veces me puedo dar, pero con mi nuevo estilo de vida desde los 12 años aprendí a apreciar los pequeños placeres como el poder compararme un moka con pana caliente dentro de la linda y cálida cafetería en donde trabajaba Jazmín; esa cajería linda que siempre me regalaba un biscocho en el centro. O el comprarme un par de botitas militares cuando las otras ya estaban dando sus últimos ¡hurras!... O el tener un par nuevo de aretes.

«Aunque pensándolo bien eso suena muy nena».

No importaba, sencillamente ese tipo de cosas pequeñas o el hablar con un desconocido en el parque eran las situaciones que adoraba, soy algo... Fácil... O mejor dicho sencillo; no necesito mucho.

Me acerque a una gaveta para abrir y descubrir todo perfectamente acomodado y prolijo que hasta me daba pena tener que revolverlo porque estoy seguro de que cuando lo haga probablemente no luzca tan inmaculado como al inicio. Pero necesitaba ropa no podía ir todo el tiempo por ahí desnudo y solo tapado con una simple sabana, sobre todo por el hecho de que en ese momento debía coexistir con ese megalómano.

Tome un par de boxers negros juntos con unos pantaloncillos cortos que me llegaban a medio muslo y eran algo lindos a decir verdad junto con una playera y una sudadera ya que el aire acondicionado estaba bastante alto, cuando termine de arreglarme me vi en el espejo, no lucia tan mal y tampoco mi cabello así que solo comencé a acomodarlo un poco.

Guerra entre asesinos. [Ziam]Where stories live. Discover now