Capítulo 19. | Lo que no te mata...[+21]

276 11 3
                                    

*Deja esto por aquí y se va lentamente.* 


Velkam Iacob.

Al salir de la casa Cezar no esperó para cogerme del brazo.

— ¿Has oído eso de La croix noire?

Paré en seco antes de montarme en el coche. Cuando Louis me contaba en sus arrebatos de histeria y arrepentimiento que había pertenecido a una organización llamada "La croix Noire" pensaba que lo estaba diciendo de broma, ¿quién se iba a creer que un extremo religioso perteneciera a la mafia francesa? Si tenía miedo hasta de la oscuridad.

— Mi compañero de celda era de esa organización.

Cezar se cruzó de brazos alzando una de sus cejas. Cada vez que hacía eso se parecía más a nuestro padre y me hacía querer darle una paliza. Me daba cuenta de que cada vez tenía menos tolerancia a los rubios.

— Dime que no le hiciste nada o tendremos más problemas con ellos. — Soltó rodeando el jeep y montándose en el asiento conductor. — Ya veo venir el cabreo de Enzo.

Pongo los ojos en blanco tras montarme en el asiento del copiloto. No tardó en arrancar y salir de aquel paraíso de mármol.

— Así le sirve para que no confíe en el primer retrasado que se le ponga delante. Y no, no le hice nada. — Repuse notando como el hambre se abría paso dentro de mi estómago. — Tengo hambre, paremos a comer.

Cezar me miró como si hubiese dicho la mayor tontería.

— Nos están buscando, no podemos parar a comer así como así.

Vuelvo a poner los ojos en blanco y sin pensármelo dos veces agarré el volante para girar cambiando de dirección.

— ¡Velkam, joder! — Gritó Cezar intentando mantener el control del coche.

Los demás coches comenzaron a pitar como locos.

— ¿Se te ha ido la olla o qué? Dios, para qué pregunto si tú nunca estuviste bien.

Suspiró mientras intentaba recuperar la compostura.

— Paremos a comer o te mataré y me comeré tu cuerpo inerte.

Dije transmitiendo que me importaba bien poco lo que pasase. Y era verdad, si me encerraban otra vez al menos podría comer todos los días. Se me hizo la boca agua recordando aquel filete tan delicioso. Cezar rodó los ojos pero obedeció aparcando a un lado de la carretera, habíamos parado en el típico restaurante cutre de carretera pero, aún así estaba conforme si tenían comida. Bajamos del jeep y caminamos hasta el interior del lugar, a comparación de donde habíamos estado aquello era el infierno. Todo era viejo, y tenía un olor rancio que obligaba a arrugar la nariz.

Nos sentamos en una mesa de madera libre, algunas estaban ocupadas por varias personas a la cuál más extraña. Cogí la carta.

— No me extrañaría nada que tuviesen carne humana para comer. — Murmuró Cezar detrás de la carta.

Dibujé una ligera sonrisa en mi rostro.

— No me importaría. — Contesté haciendo que este me mirase mal. — Es broma, creo que prefiero la cárcel a este sitio.

Una chica joven se acercó a tomarnos nota, tardó unos segundos en preguntarnos ya que su sorpresa al ver nuestro parecido le dejó un poco atolondrada.

— ¿Habéis pensado lo que queréis? — preguntó una vez que se recompuso. — Si os parece bien os puedo recomendar algo.

Alcé una de mis cejas sin desviar la mirada de la carta, dudaba mucho que hubiese algo de este sitio que me gustase.

Bienvenida a mi infierno [+21] ✅ |PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO |Where stories live. Discover now