Capítulo 15. "La rosa se empieza a marchitar"

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-Ya basta... Ya basta, por favor -chillaba la castaña con lo poco que le quedaba de voz, mezclado con su dificultad para hablar gracias al nudo que se formaba en su garganta-. Sólo detenganse...

La princesa de Auradon, acurrucada, solitaria, abandonada y asustada, se acurrucaba en el suelo negro y frío, mientras deseaba que hubiese un lugar donde pudiese esconderse, pudiese tener algo de paz por un par de minutos.

Pero no había a donde ir.

-Eres inservible.

-No mereces nada de lo que tienes.

-Por tu culpa, las personas sufren.

-Tu hermano casi muere por tu inmadurez.

-Pusiste a los demás en peligro.

-No eres tan fuerte.

-Todos estarían mejor si no existieses.

-¡Qué patético intento de princesa!

-¡Qué patético intento de guardiana!

-Lastimas a Chip estando con otra persona.

-No puedes salvar a nadie.

-¡Sólo mira lo que le haces a Carlos sólo por estar con él!

La chica tapaba sus oídos de manera desesperada para tratar de no escuchar las voces, voces que no dejaban de atormentarla, voces que la hacían miserable y más pequeña. Y no se detenían por nada en el mundo, por más que ella rogara y pidiera. Pero cada vez parecían ser más y más

¿Cuánto más tendría que aguantarlas?

Ella no creía que pudiese, no por mucho tiempo.

***

Era obvio que las cosas no podían ir tan perfectas.

Por supuesto que no.

Carlos apretó la madibula y metió la rosa dentro de su chaqueta, no sabía exactamente que le había pasado a Astrid, pero agradecía que fuese lo que fuese, se haya dado cuenta antes de haber cometido algún error.

Él recordaba perfectamente eso de que la rosa hacía al guardián inmune a los hechizos, así es como Astrid había descubierto a Gabe cuando él trato de hechizarla con una galleta y hacer que se enamorara de él.

Aquella visión que él tuvo, la rosa debía haber hecho un ese mismo efecto con él. Y esa debía ser la razón por la que Agatha no hizo presencia, la hechicera debió presentir que algo estaba mal.

Y realmente mal que estaba.

Astrid entonces se volvió a su novio.

-Ahora, cariño -ella ladeo un poco la cabeza-. Dame mi collar y acabemos con todo, ¿quieres?

Carlos retrocedió.

-Ni lo sueñes. -dijo el chico con un tono sombrío en su voz.

Astrid arqueó una ceja.

-Carlos, no estoy pidiéndote que me la des -dijo la chica-. Lo exijo, la rosa es mía por derecho y debes devolverla.

-No, tú no eres Astrid. -Respondió él con voz firme.

Eso creó en Astrid una sonrisa divertida. La chica dio un paso hacia él lo suficiente cerca como para murmurar y que él sólo pudiese escuchar lo que iba a decir.

-Los tres sabemos que soy Astrid. -Dijo ella.

Carlos pestañeó ante ese comentario. "Los tres", había dicho ella, tal vez si Carlos no hubiese sabido lo que ya sabía no hubiese entendido.

Entre Rosas Y Espinas [Disney Descendientes/Carlos De Vil] LPDA3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora